MADRID, 18 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un estudio controlado mediante imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés) del cerebro revela un posible vínculo biológico entre la formación musical temprana y mejor función ejecutiva en niños y adultos. El trabajo, realizado por investigadores del Hospital de Niños de Boston, en Estados Unidos, y publicado en la edición digital de 'Plos One', utilizó resonancia magnética funcional de áreas del cerebro asociadas con la función ejecutiva, ajustada por factores socioeconómicos.
Las funciones ejecutivas son los procesos cognitivos de alto nivel que permiten a las personas procesar información rápidamente y retenerla, regular sus comportamientos, tomar buenas decisiones, resolver problemas, leer mapas y adaptarse a las cambiantes demandas mentales.
"Como el funcionamiento ejecutivo es un fuerte predictor del rendimiento académico, incluso más que el coeficiente intelectual, creemos que nuestros hallazgos tienen fuertes implicaciones educativas", dice la investigadora principal del estudio, Nadine Gaab, de los Laboratorios de Neurociencia Cognitiva de Niños de Boston.
"Mientras muchas escuelas están reduciendo los programas de formación musical para dedicar más tiempo a la preparación de exámenes, nuestros resultados sugieren que el entrenamiento musical puede ayudar a preparar a los niños para un mejor futuro académico", añade.
A pesar de que está claro que la formación musical se relaciona con las capacidades cognitivas, pocos estudios han analizado los efectos en estas funciones ejecutivas en particular. Entre los estudios, los resultados han sido mixtos y limitados por falta de mediciones objetivas del cerebro, examinando pocos aspectos de la función ejecutiva, con falta de grupos de formación y control musical bien definidos y un ajuste inadecuado por factores como el nivel socioeconómico.
Gaab y sus colegas compararon 15 niños entrenados musicalmente, de 9 a 12 años, con un grupo control de 12 niños no formados en temas de música de la misma edad. Los menores con formación musical tenían que saber tocar un instrumento y haber acudido por lo menos durante dos años a clases de música privadas de forma regular.
En promedio, los niños participantes habían tocado un instrumento durante 5,2 años y practicado 3,7 horas por semana, comenzando a la edad de 5,9 años. Los investigadores compararon también a 15 adultos que eran músicos profesionales con otros 15 no músicos.
Dado que los factores demográficos familiares pueden afectar si un niño recibe clases particulares de música, los investigadores compararon en los grupos músico y no músico la educación de los padres, el estado del trabajo (los padres o suyo) y el ingreso familiar. Los grupos se sometieron a una batería de pruebas cognitivas, durante las cuales se les hizo una fMRI del cerebro.
En las pruebas cognitivas, los músicos adultos y niños musicalmente entrenados mostraron un mejor rendimiento en varios aspectos de la función ejecutiva. En la fMRI, los niños con formación musical mostraron una mayor activación de áreas específicas de la corteza prefrontal durante la prueba que les hizo cambiar entre tareas mentales. Se sabe que estas áreas, la motora suplementaria, la zona presuplementaria y la corteza prefrontal ventrolateral, están relacionadas con la función ejecutiva.
"Nuestros resultados también pueden tener consecuencias para los niños y los adultos con problemas en su función ejecutiva, como los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad o la vejez --resalta Gaab--. Los estudios futuros determinarán si la música puede utilizarse como una herramienta de respuesta terapéutica para estos niños y adultos".