MADRID 26 Dic. (EUROPA PRESS) -
La bajada de las temperaturas trae la proliferación de enfermedades respiratorias como la bronquiolitis, que afecta sobre todo a bebés y suele ser motivo de colapso en las consultas y urgencias pediátricas. No en vano, es la causa más frecuente de hospitalización en menores de un año.
Se trata de una infección vírica de las vías respiratorias bajas, que "se inflaman y se estrechan de modo que se dificulta el paso del aire y se produce una obstrucción inflamatoria", ha explicado la especialista Carmen Temboury, del Hospital Vithas Nuestra Señora de América de Madrid.
A diferencia de la bronquitis, que puede ocurrir a cualquier edad y que afecta a los bronquios, a las vías aéreas grandes, la bronquiolitis afecta a los bronquios terminales y bronquiolos, que son las vías aéreas finales, de pequeño tamaño.
Entre el 60 y 80 por ciento de los casos por el virus respiratorio sincitial (VRS) y, aunque afecta especialmente a los menores de 2 años, también pueden contagiarse niños más mayores o incluso adultos, produciendo un cuadro catarral. Sin embargo, en los bebés menores de tres meses puede resultar grave, sobre todo si padecen alguna enfermedad respiratoria o cardiaca o si han sido prematuros.
La infección se transmite por secreciones respiratorias, tos, estornudos y también, indirectamente, por contaminación de las superficies. De hecho, esto hace que en las guarderías el riesgo de contagio sea muy elevado.
"Es importante el aislamiento respiratorio y el lavado de manos, así como las medidas de limpieza", señala la doctora Temboury, que también reconoce que el tabaco y la contaminación también pueden agravar el curso de la enfermedad.
EMPIEZA COMO UN CATARRO
El diagnóstico es fundamentalmente clínico e inicialmente cursa con un catarro de vías altas que, en 2 o 3 días, afecta también a las vías respiratorias inferiores produciendo tos, fiebre, secreciones, dificultad respiratoria progresiva, taquipnea y disminución de la saturación de oxígeno en sangre. Además, provoca dificultad para la alimentación y rechazo de las tomas en el caso de los bebés.
En bastantes casos es necesaria la hospitalización, especialmente en menores de tres meses. En estos casos, la frecuencia y el trabajo respiratorio, el color del niño y la dificultad para su alimentación son aspectos que orientan al pediatra sobre la necesidad de ingreso, con la ayuda de la saturación de oxígeno y la gasometría.
El tratamiento es sintomático y persigue mantener la hidratación y nutrición del menor y mejorar la oxigenación, y la infección no produce inmunidad completa ni duradera. "En el caso de los lactantes las reinfecciones y las secuelas como bronquitis recurrentes y asma son frecuentes", ha destacado Temboury.