MADRID, 4 Sep. (EDIZIONES) -
El dolor tiene muchas asignaturas pendientes y el dolor infantil es una de ellas. Más concretamente, el dolor crónico. Se trata de un problema muy extenso. Estudios epidemiológicos internacionales indican que entre el 20 y el 30% de la población juvenil padece de dolor crónico. En España, en torno al 27% de los niños entre 8 y 16 años experimentan dolor crónico.
"Es un reto por la extensión y además porque impacta severamente en la calidad de vida de estos niños. Hay investigaciones que señalan que estos menores tienen problemas emocionales y cognitivos mayores que sus compañeros sin dolor. Asimismo, se constata que padecen problemas de fatiga, de discapacidad, problemas de sueño, de relaciones personales con sus compañeros o con la familia. Hay una constelación de problemas que acompañan y que derivan de este dolor crónico, por eso es un reto o asignatura a asumir", lamenta en una entrevista con Infosalus el catedrático de Psicología de la Salud de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, el profesor Jordi Miró.
Lo peor de todo, a su juicio, es que se sabe muchas veces lo que se puede hacer en estos casos ya que hay información sólida sobre los tratamientos, aunque España no dispone de unidades multidisciplinares de dolor. El director del grupo de trabajo de dolor infantil de la Sociedad Española del Dolor (SED) también alerta del agravamiento de la calidad de vida que se produce con el dolor crónico en los menores, y también en sus familias.
"Se podría atender como en otros países pero en España no se hace, aunque ésta no es ciertamente una situación extraordinariamente especial de nuestro país porque también tiene lugar en otros países europeos. No obstante, está bien resuelta en Estados Unidos, Australia o Canadá. Hace falta una sensibilización y una visibilización hacia la atención y mejora del dolor crónico infantil", sostiene el especialista.
CAUSAS DEL DOLOR CRÓNICO INFANTIL
Según Miro, son múltiples las causas que pueden generar dolor crónico infantil. En concreto, cita que las localizaciones más habituales son la cabeza, la zona abdominal y el dolor de las extremidades, tanto inferiores como superiores. Sobre las causas que mantienen y cronifican esos dolores, "todavía éstas están sin resolver", lamenta el experto en dolor infantil.
A su vez, indica que los factores que predisponen a esa cronificación del dolor suelen ser psicosociales, no tanto físicos, como puede ser la localización del dolor, aunque sí es verdad que la intensidad es un predictor importante. Así, sostiene que la mayor parte de los factores que se conocen a nivel internacional son psicosociales, como las cogniciones negativas o pensamientos catastróficos del problema, del significado que tiene, las emociones negativas, el miedo al dolor, a determinadas conductas que contribuyen a perpetuar dolor.
"Cuanto más intenso es, más fácil es que se cronifique en el tiempo. Siendo así la lectura que se debería hacer es que el tratamiento del dolor se debería administrar cuanto antes porque si la intensidad no se reduce escalará, y así se facilitará la cronificación del mismo", apostilla.
En opinión de Miró, también cobran importancia los factores emocionales, así como los contextuales y los conductuales. "No es lo mismo experimentar un estímulo en un contexto que en otro, ya que el contexto en el que se experimenta ese estímulo contribuye a su interpretación. El dolor es una experiencia compleja, subjetiva, personal e intransferible", subraya el especialista de la SED.
Sobre cómo detectar que un menor tiene dolor, Miró precisa que hay distintas alternativas y una sería observando su conducta y si hay cambios en ella, tanto por exceso como por defecto, si se mantiene activo o no, o a través de índices fisiológicos de la actividad cardíaca, o por la saturación. Eso sí, destaca que siempre que se pueda, el mejor indicador es la propia información que proporcione el menor sobre dónde, cómo y cuánto le duele algo.
Por otro lado, el catedrático en Psicología alerta de que uno de los problemas con los que suelen encontrarse tanto padres y especialista con el dolor crónico en menores es que los niños se quejan pocas veces, informan una o dos veces, y como después se tiende a ignorar el problema y a restarle importancia no se facilita el cubrir esa demanda de los niños.
"Cuando se entrevista a estos niños muchos de ellos nos dicen que ya lo han dicho en el cole o a las familias pero que como no hacen caso dejan de quejarse", indica, a la vez que avisa de que en los colegios lo que suele suceder es que si un niño se queja constantemente de dolor se ha comprobado que sus compañeros comienzan a darles de lado, por lo que muchos niños dejan de quejarse aunque les duela algo y mucho durante tiempo.
"Es el pescado que muerde la cola. Al no quejarse, el dolor puede llegar a cronificarse. Se sabe además que un dolor mal controlado y en estas etapas supone un factor de riesgo de dolor crónico y de discapacidad en la edad adulta", agrega.