SANTANDER, 26 Sep. (EUROPA PRESS) -
El grupo de investigación de Nanomedicina de la Universidad de Cantabria y el Instituto de Investigación Valdecilla (IDIVAL) ha generado una patente que mejora las terapias celulares dirigidas.
Uno de los mayores problemas detectados en las terapias celulares dirigidas, aquellas en las que se trata de llevar fármacos, por ejemplo, a las células de forma selectiva, es la degradación de las terapias antes de llegar a su destino. El grupo de investigación ha logrado que, a partir de nanomateriales y nano-estructuras sintéticas, ese hándicap pueda ser evitado.
Así lo ha anunciado la Universidad de Cantabria en un comunicado, en el que ha explicado que recientemente, en colaboración con el grupo del profesor Miguel Correa-Duarte del Centro de Investigaciones Biomédicas de Galicia CINBIO, ubicado en Vigo, este equipo de investigación ha desarrollado y caracterizado unas estructuras sintéticas, de morfología y tamaño parecidas a los virus, capaces de penetrar dentro de células diana y que podrían servir como vehículo para la administración de todo tipo de terapias, incluyendo terapias genéticas -como DNA o RNA-, proteínas, fármacos o nanopartículas con propiedades terapéuticas o diagnósticas, e, incluso, combinaciones de estos componentes.
El estudio, dirigido por Mónica López Fanarraga, demuestra que estos nanodispensadores dirigidos a células diana mediante ligados biológicos son capaces de invadir el interior celular, protegiendo el contenido encapsulado y liberándolo dentro de la célula tras el desensamblaje de la nanoestructura y posterior degradación de sus componentes en productos totalmente biocompatibles.
Este diseño de ingeniería nano-biotecnológica, que ha dado lugar a una patente (ES 2577056 B2), representa un paso más allá en la aplicación de terapias dirigidas a nivel intracelular y permitirá, en un futuro, poder trabajar de forma específica en los diferentes compartimentos celulares, no sólo a nivel terapéutico, sino controlando y evaluando procesos a tiempo real en células vivas, tal y como explican las investigadoras participantes en los estudios, Nerea Iturrioz y Eloísa González.
"Estas partículas que hemos creado no son tóxicas, es decir, ni alteran el ciclo celular ni aumentan la muerte celular y además, no se degradan hasta que no llegan a su destino", tal como ocurre en sistemas similares desarrollados previamente, ha señalado Iturrioz.
El resultado de sus investigaciones se ha publicado, además, en dos revistas especializadas de alto impacto.