MADRID, 28 Jul. (EUROPA PRESS) -
El doctor José Luis Molinuevo, director científico del Programa de Prevención del Alzheimer del BarcelonaBeta Brain Research Center, ha insistido en que, pese a todos los avances tecnológicos y farmacológicos que ha conseguido la ciencia, la mejor solución contra la enfermedad de Alzheimer, a día de hoy incurable y terminal, pasa por la prevención de la enfermedad y, en concreto, a identificar a aquellas personas con mayor probabilidad de desarrollarla por la presencia de determinados genes.
Las causas del Alzheimer aún no han sido esclarecidas por completo. Existen distintas hipótesis sobre las causas de la aparición de la enfermedad, aunque la relacionada con el amiloide está ganando fuerza. Esta teoría se basa en el papel que pueden estar jugando las placas amiloides, unas placas insolubles existentes en el espacio extracelular formadas por proteína beta-amiloide insoluble que puede desencadenar la muerte celular, proceso en el que también parecen jugar un papel clave los ovillos de proteína tau.
Lo que se ha demostrado es que la formación de depósitos anómalos de proteína beta-amiloide comienza muchos años antes de la aparición de
síntomas, por lo que se estipula que evitando la formación de estas placas amiloides se podría modificar antes de la aparición de síntomas el curso de la enfermedad, que según estimaciones afecta a 47 millones de personas en todo el mundo y a unas 800.000 solo en España. Todo esto pone el foco sobre la prevención del Alzheimer debido a la inexistencia de tratamientos para curar o frenar su progresión. Y es que, al fin y al cabo, la primera investigación sobre Alzheimer data tan solo de 1980.
"La gran parte de la comunidad científica internacional está convencida de que el futuro es la prevención, ya que cuando la enfermedad se manifiesta clínicamente, lleva 20 años en el cerebro de desarrollo biológico y patológico. Con lo cual, es fácil entender que revertir un proceso así es muy difícil", explica Molinuevo en una entrevista con Europa Press tras asistir a la Conferencia de la Asociación Internacional de Alzhéimer (AAIC, por sus siglas en inglés) celebrada en Chicago, la reunión internacional más grande e influyente sobre el avance de la ciencia en demencia.
Esta cita científica reúne anualmente a líderes de más de 70 países para compartir descubrimientos que conducirán a métodos de prevención y tratamiento, así como a mejoras en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.
Tal y como explica el doctor, autor de una ponencia en la AAIC, durante toda la conferencia ha habido "mucha insistencia" en el desarrollo de marcadores sanguíneos para detectar la enfermedad, en los que "se está trabajando intensamente".
PREVENCIÓN PRIMARIA Y SECUNDARIA
En su intervención , Molinuevo abordó los distintos factores de riesgo que dan lugar a la enfermdedad de Alzheimer, como los biomarcadores que indican su futura presencia incluso en la fase más temprana de la enfermedad, la denominada etapa preclínica. "Todo fue muy enfocado en los protocolos para identificarla a través de biomarcadores, así como la transcendencia que tiene esto para la práctica clínica futura", comenta el investigador.
Sobre la prevención, el especialista apunta que existen dos corrientes de investigación diferenciadas: primaria y secundaria. La primera de ellas está dirigida a la población general, a "gente sana que no tiene ningún síntoma ni ningún marcador".
"Sobre ellos ponemos en marcha una dieta dieta particular que se ha demostrado útil para combatir el Alzheimer, toda una serie de protocolos para potenciar la cognición, o el control de los factores de riesgo vascular", explica el doctor del BarcelonaBeta Brain Research Center, perteneciente a la Fundación Pasqual Maragall. El siguiente paso en este terreno, asegura, pasa por "desarrollar ensayos multimodales que comprueben realmente la utilidad que tiene controlar estos factores".
Por otro lado, en prevención secundaria se están desarrollando programas que actúan con personas en riesgo de sufrir enfermedad de Alzheimer en un futuro debido a que presentan una dotación genética muy concreta, o porque tienen unos marcadores de amiloides concretos. En estas personas se actúa con fármacos dirigidos a quitar el amiloide.
En esta tipología se enmarca, por ejemplo, el conocido estudio A4, que evalua si al disminuir la acumulación de sustancia amiloide mediante un tratamiento en fase de investigación con anticuerpos se puede ayudar a retardar la pérdida de memoria asociada a la acumulación de amiloide en algunas personas.
IDENTIFICANDO GENES
Un estudio similar es el Programa Generation, una investigación en la que el Banner Alzheimer's Institute y las compañías Amgen y Novartis focalizan sus esfuerzos en hallar respuestas a la prevención/retraso de la aparición de esta enfermedad en personas con alto riesgo de desarrollo utilizando marcadores genéticos.
En concreto, el programa engloba dos ensayos clínicos internacionales y multicéntricos, conocidos como 'Generation Study 1' y 'Generation Study 2', que tratan de comprobar la eficacia de dos terapias de anticuerpos anti-amiloide: el CNP520, un estudio oral del inhibidor BACE1 comparado con placebo; y el CAD106, una inmunoterapia activa, de forma que ambas están enfocadas a la prevención y retraso de los primeros síntomas de la enfermedad del Alzheimer.
BACE1 es una enzima que desempeña un "papel importante" en la producción de beta-amiloide. "Si determinamos que el inhibidor de BACE1 es capaz de prevenir o retrasar el inicio de los síntomas en poblaciones sanas, pero con riesgo alto, supondría un hito enorme para aquellos que se enfrentan a esta enfermedad degenerativa", expone el doctor.
Para el estudio, se están reclutando a 3.000 adultos, de entre 60 y 75 años, al menos 80 en España, que no presenten absolutamente ningún síntomas de Alzheimer, pero que destaquen por un mayor riesgo genético por su edad y porque portan dos copias del gen de la apolipoproteína E 4 (APOE4) o una copia del gen con evidencias de acumulación de amiloides en el cerebro.
Durante una media de 5 y 8 años, los voluntarios se someterán a varias pruebas clínicas para testear el gen APOE4, el principal factor de riesgo implicado en el aumento de las posibilidades de desarrollo de la enfermedad. El reclutamiento es complejo, ya que, según cálculos, alrededor una de cada cuatro personas porta una sola copia del gen APOE4, pero sólo un 2 por ciento de la población mundial porta dos copias.