MADRID, 13 Abr. (EDIZIONES) -
La terapia electroconvulsiva es una técnica de tratamiento que apareció a mediados del siglo XX en un escenario en el que no existían los psicofármacos ni otras técnicas terapéuticas para los trastornos mentales graves. Se basa en aplicar estímulos eléctricos al paciente que le proporcionan efectos terapéuticos. Sus indicaciones más comunes son la depresión mayor grave, sobre todo con síntomas psicóticos, y la esquizofrenia.
Según explica a Infosalus el doctor Francisco Javier Sanz Fuentenebro, especialista del Área de Gestión Clínica de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario 12 de Octubre de la Comunidad de Madrid, la terapia electroconvulsiva (TEC) apareció en una época en la que no existían psicofármacos y como una terapia basada en los cambios que a nivel cerebral provocan las crisis ocasionados por estímulos eléctricos, lo que supuso un importante avance en el tratamiento de las depresiones refractarias.
Entonces se utilizó de forma masiva e indiscriminada incluso se habla de su uso como herramienta represiva. "Este estigma aún existe entre la profesión médica hasta el punto de no ser siempre considerada una alternativa válida y ser vista con recelo por otros colegas", comenta el doctor, que nos recuerda entre otras la mala imagen que se ha forjado en relación a la TEC con famosas películas como la del director Milos Forman y un joven Jack Nicholson hacia mediados de los 70 en 'Alguien voló sobre el nido del cuco'.
"Nada que ver con la realidad actual en la que la TEC se realiza en quirófano y con el paciente anestesiado en un proceso que dura unos minutos y con una reanimación posterior rápida que en muchos casos permite que el paciente se vaya a casa en el mismo día", apunta el especialista, que recuerda cómo esta visión más moderna y realista es reflejada en la serie 'Homeland'.
Los mecanismos de acción de la TEC se basan en modificaciones en la neuroquímica cerebral que suponen a corto plazo la mejoría del paciente. Los mecanismos implicados son un campo de investigación en plena efervescencia e implican, como en el caso de los psicofármacos, modificaciones en las alteraciones del patrón de conectividad cerebral o cambios en la expresión génica.
Por otro lado, Fuentenebro destaca que la electricidad no supone un daño para el cerebro y que existe incluso una línea de estudios que relacionan la técnica con la neurogénesis (la generación de nuevas neuronas en el cerebro).
CONVULSIONES TERAPÉUTICAS
Como gran parte de los tratamientos en medicina, el origen de la TEC es puramente empírico. Ya en el siglo XVII se observó cómo convulsionar mejoraba a los pacientes y en el siglo XIX en el imperio austrohúngaro las crisis convulsivas se provocaban con alcanfor también con este fin. En el siglo XX, la búsqueda de métodos menos lesivos para lograr la crisis originó la TEC.
Las indicaciones actuales más habituales para este tratamiento son las depresiones graves en pacientes con perfil melancólico y la esquizofrenia por lo que su uso en el ámbito de salud mental es el más común. Sin embargo, la TEC se ha convertido en una herramienta clave en las crisis de catatonia, un trastorno que se considera un síndrome inespecífico, en las que puede llegar a salvar la vida del paciente en un proceso agudo grave. También se emplea la TEC, aunque de forma anecdótica, en la epilepsia ultrarresistente y recidivante o en el Parkinson grave.
Los criterios o la vías de protocolo para el tratamiento dependen de un balance entre riesgos y beneficios que debe realizar el profesional médico según el estado del paciente y las alternativas que se han tomado o pueden tomarse, dado que como todo tratamiento no es neutro y supone entrar en quirófano.
"No se trata de que si no funciona nada se emplee como última opción. Es una técnica muy útil en determinadas situaciones pero no en otras. Lo importante es que el paciente que necesite TEC pueda acceder a ella y no deje de hacerlo por prejuicios, la falta de profesionales formados o de medios en su área de residencia", comenta el doctor Sanz Fuentenebro.
Aún así, uno de los puntos fuertes de la TEC son sus efectos rápidos sobre el paciente en comparación con los psicofármacos, lo que la convierten en una valiosa herramienta terapéutica en los casos en los que el tiempo de actuación es un factor determinante.
UNA TÉCNICA EN EVOLUCIÓN
Durante la intervención se mantiene un registro encefalográfico del paciente y se disponen los electrodos para aplicar la estimulación con características particulares. El cerebro no recibe daños y las complicaciones son mínimas, las asociadas a cualquier intervención en la que el paciente pase por un procedimiento de anestesia, aunque sí se han registrado alteraciones de la memoria en los pacientes en las semanas posteriores, con mayor dificultad para fijar las memorias, aunque con efectos transitorias.
"Los estímulos que el paciente recibe difieren en el tipo de onda y su amplitud, la localización de los electrodos, el tipo de pulsos, etc. Son aspectos concretos de la técnica que se deben conocer y que continúan evolucionando. Así, por ejemplo, las personas mayores necesitan estímulos de mayor carga que los jóvenes", comenta el doctor, que insiste en la enorme variabilidad de factores a considerar en el uso de la TEC.
Cuando se está en un momento agudo de la enfermedad el tratamiento con TEC se realiza en un promedio de 9 a 12 sesiones con dos o tres intervenciones a la semana. Con la estabilización, el paciente puede necesitar una terapia de mantenimiento que puede ser una vez a la semana o al mes, según cada paciente, ya que algunas personas únicamente responden a este tipo de tratamiento.
VARIABILIDAD EN EL ACCESO Y SU USO POR CCAA
La variabilidad al acceso a este tipo de terapia es algo internacional, existen diferencias dentro de un mismo país, región e incluso entre centros hospitalarios vecinos. Su uso en España difiere en gran medida entre comunidades autónomas y es en Cataluña, País Vasco, Murcia y Navarra donde más se utiliza y las comunidades del sur de España Extremadura y Andalucía donde menos.
El acceso al tratamiento es similar al existente hace ya diez años. Son datos recientes de un estudio epidemiológico coordinado por la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica con el doctor Sanz Fuentenebro y publicado en este año en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental.
"Eso no significa que en cualquier centro de España se deba recibir TEC, los pacientes pueden ser redirigidos, enviados a otro hospital o ciudad próxima que disponga de una unidad con experiencia, eso sí, evitando que esto suponga una demora en el acceso al tratamiento o a la puesta en marcha de otros tratamientos previos", apunta el doctor, que defiende una adecuada planificación para centralizar la atención en determinados centros de referencia y que el acceso a la TEC cuando esté indicada sea más fluido.
"A pesar de que el flujo de información sobre este tipo de tratamiento en relación a otros es reducido y de la estigmatización que lo rodea, la TEC sigue vigente, al igual que sucede con fármacos clásicos con muchos años que siguen ofreciendo buenos resultados y no son sustituidos por otros más nuevos", concluye el doctor.