MADRID, 29 Nov. (INFOSALUS) -
Las pequeñas manchas oscuras en la cara o efélides que se diseminan sobre el puente de la nariz y las mejillas son un efecto de la actuación del sol sobre las pieles más claras y, más allá de la ternura o sonrisa que dibujamos en el rostro al ver a un niño pecoso, suponen un aviso para los padres y para los más jóvenes de que hay que protegerse del astro rey.
Según explica a Infosalus Jerónimo Escudero, dermatólogo y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la aparición de estas pecas que no sólo se circunscriben al rostro sino también a otras áreas más expuestas al sol como los hombros es más frecuente en los niños a partir de los 7 u 8 años de edad.
"Hasta los 18 años es cuando más se toma el sol, ya sea porque se realizan más actividades físicas en el exterior y los niños se exponen más a la radiación en sus juegos, además la piel de los niños es más fina y por tanto más sensible", aclara el dermatólogo, jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Universitario de Valme en Sevilla.
Además, se considera que los efectos de la radiación solar en la aparición de estas manchas sobre la piel tiene su mayor incidencia hasta aproximadamente los 20 años para después ir decreciendo y ser rara su aparición a partir de los 30 años de edad.
"Los hábitos de los más jóvenes suponen acostarse por la noche tarde para acudir a las playas sobre las dos o las tres de la tarde, horas en las que el sol tiene más fuerza y por tanto puede dañar más la piel. El principal consejo es no tomar el sol en las horas centrales del día y además de emplear barreras físicas, como la ropa, utilizar productos químicos de fotoprotección y evitar los baños de sol", señala el especialista de la AEDV.
El dermatólogo recuerda que los padres son siempre un modelo para sus hijos por lo que para que éstos aprendan a protegerse del sol, ellos mismos deben protegerse, utilizar las cremas de fotoprotección solar 30 minutos antes de la exposición y volver a aplicarlas según la actividad del niño al menos cada dos horas y no emplear productos para acelerar el bronceado.
UN CAPITAL SOLAR A PROTEGER
"Hay que proteger a los niños del sol pero si hay pecas en su rostro es un indicador de que han tomado mucha cantidad de sol y la piel avisa de que no se debe tomar más además de que existe la necesidad de una mayor protección", recuerda el especialista.
El doctor Escudero señala que existen métodos en los adultos para mejorar el aspecto de las pecas (láser, luz pulsada o crioterapia) pero que son técnicas agresivas para la piel y que no se recomienda su uso en niños y adolescentes.
"Nacemos con un capital solar que vamos agotando con cada exposición al sol, las personas con pieles más claras disponen de una menor cantidad de este capital por ello hay que cuidarlas aún más ya que a largo plazo si no se toman las precauciones debidas pueden presentarse quemaduras crónicas, queratosis actínica e incluso cáncer de piel", concluye el dermatólogo.