MADRID, 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
Fármacos antiinflamatorios similares a los utilizados para tratar enfermedades como la artritis reumatoide y la psoriasis podría emplearse en el futuro para tratar algunos casos de depresión, según concluye una revisión dirigida por la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, que implica aún más a nuestro sistema inmunológico con los trastornos de salud mental.
Investigadores del Departamento de Psiquiatría de Cambridge dirigieron un equipo que analizó los datos de 20 ensayos clínicos en los que se usaron medicamentos anti-citoquinas para tratar una variedad de enfermedades inflamatorias autoinmunes.
Al observar los efectos secundarios beneficiosos adicionales de los tratamientos, los científicos pudieron demostrar que hubo un significativo efecto antidepresivo de los fármacos en comparación con un placebo sobre la base de un metaanálisis de siete ensayos controlados aleatorios. Los metanálisis de los otros tipos de estudios clínicos mostraron resultados similares.
Cuando estamos expuestos a una infección, por ejemplo, la gripe o una infección estomacal, nuestro sistema inmunológico se defiende para controlar y eliminar la infección. Durante este proceso, las células inmunes inundan la corriente de la sangre con proteínas conocidas como citoquinas, un proceso que se conoce como inflamación sistémica.
Incluso cuando estamos sanos, nuestros cuerpos llevan a niveles de trazas de estas proteínas --conocidas como marcadores inflamatorios-- que se elevan exponencialmente en respuesta a la infección. El trabajo previo del equipo encontró que los niños con altos niveles cotidianos de uno de estos marcadores se encuentran en mayor riesgo de desarrollar depresión y psicosis en la edad adulta, lo que sugiere un papel del sistema inmune, particularmente la inflamación sistémica crónica de bajo grado, en la enfermedad mental.
La inflamación también puede producirse como resultado de que el sistema inmune confunde las células sanas con las células infectadas y ataca el cuerpo, lo que conduce a enfermedades inflamatorias autoinmunes como la artritis reumatoide, la psoriasis y la enfermedad de Crohn. Recientemente, se han desarrollado nuevos tipos de fármacos anti-inflamatorios llamados anticuerpos monoclonales anti-citoquinas e inhibidores de citoquinas, algunos de los cuales se utilizan habitualmente para los pacientes que responden mal a los tratamientos convencionales. Otros muchos están actualmente en fase de ensayos clínicos para probar su eficacia y seguridad.
MEJORAN LOS SÍNTOMAS MENTALES INDEPENDIENTEMENTE DE LOS FÍSICOS
El equipo de investigadores llevó a cabo un meta-análisis de estos ensayos clínicos y se encontró con que los fármacos llevaron a una mejora en la gravedad de los síntomas depresivos independientemente de las mejoras en la enfermedad física. En otras palabras, independientemente de si un medicamento trató con éxito la artritis reumatoide, por ejemplo, todavía servía para mejorar los síntomas depresivos de un paciente, como detallan los autores del trabajo en un artículo publicado en 'Molecular Psychiatry'.
El doctor Golam Khandaker, que dirigió el estudio, explica: "Cada vez está más claro que la inflamación juega un papel en la depresión, al menos para algunos individuos, y ahora nuestra revisión sugiere que puede ser posible tratar a estas personas mediante el uso de algunos antiinflamatorios no esteroideos. No son los fármacos anti-inflamatorios cotidianos como el ibuprofeno sino una nueva clase particular de fármacos".
"Es demasiado pronto para decir si estos medicamentos anti-citoquinas pueden ser utilizados en la práctica clínica para la depresión -añade el profesor Peter Jones, coautor del estudio--. Vamos a necesitar ensayos clínicos para probar cómo de efectivos son en pacientes que no tienen trastornos crónicos para los que se han desarrollado medicamentos, como la artritis reumatoide o la enfermedad de Crohn. Además de esto, algunos fármacos existentes pueden tener graves efectos secundarios potencialmente".
Según Khandaker y sus colegas, estos fármacos anti-inflamatorios pueden ofrecer esperanza para pacientes en los que los antidepresivos actuales son ineficaces. Aunque los ensayos revisados por el equipo implican enfermedades físicas que desencadenan la inflamación -y, por lo tanto, potencialmente contribuyen a la depresión-- sus trabajos anteriores hallaron una conexión entre la depresión y los niveles de referencia de inflamación en personas sanas (cuando alguien no tiene una infección aguda), que puede darse por una serie de factores como los genes y el estrés psicológico.
"Alrededor de un tercio de los pacientes que son resistentes a los antidepresivos muestran evidencia de inflamación --destaca Khandaker--. Por lo tanto, los tratamientos antiinflamatorios podrían ser relevantes para un gran número de personas que sufren de depresión".
"El enfoque actual de medicamentos de 'talla única para todos' para tratar la depresión es problemático. Todos los antidepresivos actualmente disponibles apuntan a un determinado tipo de neurotransmisor, pero un tercio de los pacientes no responden a estos fármacos. Ahora estamos entrando en el era de la 'medicina personalizada' en la que podemos adaptar los tratamientos a los pacientes individuales. Este enfoque está empezando a mostrar éxito en el tratamiento de los cánceres y es posible que en el futuro usemos fármacos anti-inflamatorios en psiquiatría para ciertos pacientes con depresión", concluye.