MADRID, 21 Sep. (EDIZIONES) -
La demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores y debe ser considerada una prioridad de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay unos 47,5 millones de personas que padecen demencia. Mientras, el Alzheimer es el tipo de demencia más común, un término general para denominar a las enfermedades que ocurren cuando el cerebro ya no funciona correctamente. Causa problemas de memoria, de razonamiento y de conducta.
España es el tercer país del mundo con mayor prevalencia de demencias: el 6,3% de los mayores de 60 años sufre algún grado de demencia y llega al 27% en los mayores de 85 años, siendo ésta más o menos homogénea para todas las regiones. Si hablamos de deterioro cognitivo ligero, las cifras se disparan ya que, según algunos estudios, lo sufren hasta el 30% de los mayores de 65 años.
Además, hay que tener en cuenta que la población española está envejeciendo y la proporción de pacientes aumenta con la edad. La proyección de la pirámide poblacional para 2023 estima un aumento del 18% en el segmento de mayores de 65 años con respecto a la situación actual.
Así lo defiende el doctor Azuquahe Pérez, neurólogo del Hospital General de La Palma, coincidiendo con la publicación de su libro 'Los relojes tienen un horario que cumplir' (Next Door Publishers en coedición con Jot Down Books), un libro en el que explica las demencias y los déficits cognitivos.
Según precisa este experto, dedicado al campo del deterioro cognitivo y de las demencias, la demencia es un concepto "amplio" que describe un deterioro de la capacidad mental lo suficientemente grave como para interferir en la vida diaria de una persona. "De la misma forma que el daño que se produce no sólo afecta a la memoria, hay diferentes tipos de demencia. De hecho, son muchas las enfermedades en las que se produce un deterioro de las funciones cognitivas", precisa.
La más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, "de ahí que ambos términos se confundan a menudo", advierte. Sin embargo, indica que existen otras, como la demencia vascular (que se produce tras infartos cerebrales), la demencia frontotemporal o la demencia por cuerpos de Lewy (en estos casos se dañan estructuras cerebrales distintas a las del alzhéimer) y, además, condiciones que pueden provocar síntomas de demencia pero que son reversibles (poco frecuentes).
CÓMO LAS DIFERENCIAMOS
El doctor Pérez subraya que por los síntomas que van apareciendo y que se hacen evidentes en la exploración neuropsicológica. "De ahí la relevancia de una valoración adecuada, porque cada una de ellas tiene un tratamiento, una evolución y un pronóstico distinto", insiste.
En este sentido, desde la Universidad Internacional de Valencia se precisa también que la demencia senil afecta a la memoria, al razonamiento, a la comunicación, a la capacidad de tomar una decisión, a la orientación, o a la habilidad de moverse o de caminar, por lo que generalmente esta enfermedad llega un momento que impide llevar una vida normal. "Los síntomas de la demencia aparecen paulatinamente y con el tiempo suelen empeorar, de forma que el paciente no puede hacer las actividades que realizaba de forma habitual", especifica.
Por ello, resalta que la demencia senil puede derivar del Alzheimer, al producirse pequeños infartos en el cerebro o puede derivarse del Parkinson, las drogas o tumores cerebrales, entre otras causas. "Se trata en todo caso de enfermedades neurológicas. El Alzheimer es una enfermedad que no tiene cura y que tiene como final la muerte del paciente, pero en algunos tipos de demencia senil la situación del paciente puede mejorar, dependiendo de la causa de la enfermedad", advierte.
Aquí destaca que uno de los primeros síntomas de la demencia senil es la pérdida de memoria, pero no se trata de la memoria a largo plazo, de los recuerdos familiares o de cosas sucedidas hace tiempo, sino de la memoria a corto plazo, dónde se ha estado ayer, con quién, o qué se ha hecho. También afecta a otros muchos aspectos del paciente a diversos niveles, como su capacidad de sociabilizar o de mantener una conversación, lo que llega a provocar su aislamiento.
Por su parte, precisa que el Alzheimer tiene tres tipos de síntomas que afectan a la capacidad intelectual para resolver problemas o tomar decisiones; los psiquiátricos como la agresividad, las paranoias o las alucinaciones; o los físicos, puesto que el paciente pierde poco a poco su salud física y sus habilidades motoras.
FACTORES DE RIESGO EN AMBOS CASOS
"El factor de riesgo más importante en ambos casos y que es inevitable es la edad. Entre los 60 y los 70 años de edad es cuando existe un mayor riesgo. La genética puede jugar un papel importante en algunos casos. Las enfermedades cardiovasculares (enfermedades del corazón, alta presión arterial o accidentes cerebrovasculares) también pueden suponer un riesgo", sostiene.
No obstante, concluye que llevar una vida sana, alimentarse correctamente y hacer ejercicio físico son "tres normas básicas" para evitar una demencia. En el caso en que se detecte cualquier síntoma es conveniente acudir rápidamente el médico ya que cada paciente es muy diferente, y "sólo el especialista podrá determinar qué enfermedad tiene y qué tratamiento seguir".