MADRID, 1 Mar. (EUROPA PRESS) -
La catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Madrid, Rocío Fernández-Ballesteros, ha avisado de que tener una "buena vejez" depende un 75 por ciento de uno mismo y sólo un 25 por ciento de la genética, por lo que cada persona es un "agente" activo de su propio envejecimiento.
La experta se ha pronunciado así durante simposio internacional organizado por la Fundación Ramón Areces, la Academia de Psicología de España y la Fundación General CSIC, bajo el lema '¿Es el comportamiento un factor interviniente en la longevidad?'.
"Los estilos de vida como realizar ejercicio físico regular, mantener una dieta equilibrada, cuidar de la propia salud, no fumar y beber con moderación o seguir las prescripciones médicas, son, entre otros muchos hábitos comportamentales, determinantes de una vejez saludable y activa", ha añadido la coordinadora del simposio.
Sobre el último de esos aspectos, la adherencia o cumplimiento de los tratamientos de los doctores, el catedrático emérito de Geriatría de la Universidad Complutense, José Manuel Ribera Casado, ha comentado que, "en contra de lo que se cree", los datos disponibles actualmente indican que a mayor edad hay mejor cumplimiento.
En la población general, se estima que uno de cada dos pacientes no sigue los consejos de los médicos en cuanto a tratamientos basados en fármacos, si bien varían mucho de unas a otras enfermedades. "Estas cifras son superiores en los tratamientos relacionados con los estilos de vida como la dieta, la actividad física o los hábitos tóxicos", ha añadido este experto.
Por otra parte, los expertos han recordado que todos los estudios epidemiológicos, procedentes de distintos países, ponen de relieve que vivir en pareja es un factor salutogénico e influye en la longevidad y la supervivencia.
No obstante, el doctor del departamento de Salud Pública y Centro de Envejecimiento Saludable de Dinamarca, Rikke Lund, ha alertado de que hay evidencia "sólida" de que las relaciones sociales adversas aumentan la mortalidad.
"La mayoría se ha centrado en los aspectos estructurales de las relaciones sociales y en las cualidades más positivas de ellos, dejando a un lado los aspectos negativos. Investigaciones recientes han sugerido que los aspectos negativos de las relaciones sociales, como los conflictos y las preocupaciones se asocian con un aumento de la mortalidad. Algunos estudios incluso sugieren que esos efectos negativos anulan los efectos positivos de las relaciones sociales de apoyo", ha recalcado Lund.
CADA VEZ MÁS INTELIGENTES
De las mejoras intelectuales ha hablado la psicóloga y atedrática de la Universidad Complutense, María Ángeles Quiroga, quien ha asegurado que el rendimiento intelectual global ha mejorado desde comienzos del siglo XX. "En promedio, se ha observado un incremento de tres puntos más de cociente intelectual (medida de la Capacidad Mental General) por década. Estos datos se han replicado en numerosos países tanto desarrollados como en vías de desarrollo", ha explicado.
Además, prosigue, en términos de evolución, el siglo XX ha supuesto un hito en el dominio del entorno ecológico y social, lo que lleva a que la competición intra-especie pueda haber sido el motor principal de la evolución a largo plazo de las capacidades.
Del mismo modo, la profesora de la Universidad de Melbourne (Australia), Margaret Kern, ha hablado de cómo los factores de la personalidad están relacionados con la longevidad. "Las características individuales que nos hacen únicos determinan muchos aspectos de nuestra vida como el éxito en el trabajo, la salud mental y física así como también la longevidad. Pero la personalidad no proporciona un billete premiado para la buena vida ni tampoco condena a otros al fracaso. Si analizamos correctamente todos estos aspectos, podremos obtener información clave para ayudar a que todas las personas prosperen en la vida", ha argumentado.
En el encuentro ha participado también la profesora del College of Education and Human Development de la Universidad de Delaware (Estados Unidos), Linda S. Gottfredson, ha lamentado que las tasas de enfermedad, lesiones y muerte aún difieran según el nivel socioeconómico de la población.
"Perversamente, los esfuerzos de los Gobiernos por igualar el acceso material a la atención sanitaria parecen ensanchar estas brechas en la salud. Fracasan porque ignoran el acceso cognitivo de los pacientes a la atención. Hoy en día, el autocuidado es más importante que la atención médica, pero las altas tasas de incumplimiento de los cuidados preventivos y curativos por parte del paciente a menudo anulan su valor", ha afirmado.
Por su parte, la socióloga de la Universidad Autónoma de Madrid, Lourdes Pérez Ortiz, ha aludido a un estudio llevado a cabo en 80 países en el que se mostró que los estereotipos hacia estas personas, al igual que hacia otros grupos, no siempre son completamente negativos. Y es que, según ha explicado, existen prejuicios positivos, por ejemplo, los que atribuyen a las personas mayores mayor serenidad, sabiduría, ternura o calidez.
"Aunque la prevalencia de esta visión estereotipada varía por países, en la mayoría de ellos los entrevistados reflejan una imagen de los mayores como bastante cálidos, pero también como bastante competentes, en contra de lo que sería previsible", ha afirmado.
Finalmente, la catedrática de la UNED, Rosa Gómez-Redondo, ha insistido en que la esperanza de vida al alcanzar la vejez sigue siendo heterogénea, según el nivel socio-económico al que se pertenece y el nivel de estudios. De hecho, tal y como ha informado, se sabe que en las personas mayores la longevidad es desigual dependiendo del nivel de estudios alcanzado. "Naturalmente, ese nivel de instrucción condiciona la percepción de los riesgos, la prevención, los hábitos, en fin, el comportamiento diferencial de los supervivientes en el transcurso de sus vidas", ha zanjado.