LONDRES, 28 Ago. (Reuters/EP) -
Los mayores de 65 años presentan más síntomas de fragilidad cuando son fumadores, hasta un 60 por ciento más en comparación con quienes ya han dejado de fumar o no lo han hecho nunca, según datos de un estudio del University College de Londres (Reino Unido) que publica la revista 'Age and Ageing'.
"Incluso aquellos que fumaban antes y ya no lo hacen no tuvieron un riesgo tan elevado, lo que sugiere que dejar de fumar es probable que tenga beneficios, incluso en los últimos años de vida", según Gotaro Kojima, autor de la investigación.
El término de fragilidad describe una falta de fuerzas y capacidad física que deja a una persona más vulnerable a la discapacidad cuando enferman o experimentan algún tipo de lesión, provocadas por golpes o caídas. Y aunque está asociada con el envejecimiento, puede se puede evitar o, al menos, mitigar su impacto.
En su estudio, Kojima y su equipo querían ver si el tabaquismo podía influir en el riesgo de fragilidad en las personas mayores, para lo que analizaron datos de una encuesta nacional con un total de 2.542 participantes, entre los que había 261 fumadores y 1.113 que lo habían sido años atrás.
Al inicio del estudio, el 56 por ciento de los participantes fueron considerados "robustos" porque no reportaron signos de fragilidad. El resto tenía uno o dos síntomas asociados, pero no lo suficiente como para ser clasificados como frágiles.
Y tras cuatro años de seguimiento, vieron que los fumadores tenían un mayor riesgo de fragilidad, incluso después de que los investigadores tuvieran en cuenta otros factores que pueden influir como la edad, el género, el consumo de alcohol, los niveles educativos, los ingresos o la función cognitiva.
Los exfumadores, en cambio, no parecían tener un mayor riesgo de fragilidad, con independencia de si habían dejado de fumar hace 10 años o más recientemente. No obstante, cuando se tuvo en cuenta su estado de salud, vieron que los pacientes que tenían una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) tenían más problemas de equilibrio, debilidad muscular, menos masa ósea y caídas.
Los autores, no obstante, admiten que una de las limitaciones del estudio es que no se ha comprobado si la fragilidad es una consecuencia directa del consumo de tabaco. Además, los participantes que abandonaron el estudio con el tiempo acababan siendo más frágiles que quienes permanecieron en él.