MADRID, 28 Oct. (EDIZIONES) -
El llamado 'test del reloj' es una de las pruebas más reconocidas y usadas por los neurólogos y psiquiatras de todo el mundo para detectar el declive cognitivo y funcional que se produce en estas enfermedades neurológicas y psiquiátricas. Su intención es explicar que el deterioro no afecta sólo a la memoria, que las demencias no se reducen a la enfermedad de Alzheimer, y que no es una sola la persona que sufre. Es independiente de la edad, de la cultura, del idioma y del nivel educativo.
En concreto, se pide a una persona que dibuje un reloj sobre un papel. "Pese a que su ejecución parece sencilla, es bien sabido que se trata de una tarea muy compleja que requiere de la participación de distintas funciones cognitivas, como las funciones visuoespaciales, las ejecutivas, la memoria, la atención, o el lenguaje, por ejemplo", según subraya en una entrevista con Infosalus el doctor Azuquahe Pérez, neurólogo del Hospital General de La Palma, coincidiendo con la publicación de su libro 'Los relojes tienen un horario que cumplir' (Next Door Publishers en coedición con Jot Down Books), un manual en el que explica las demencias y los déficits cognitivos.
El doctor indica que existen muchas formas de realizar e interpretar el test, todas ellas con capacidad para lograr el objetivo marcado. Así, a la hora de realizarlo es posible: dibujar el reloj en un folio en blanco tras las indicaciones; dibujarlo tras la indicaciones pero en un folio donde el explorador ya ha añadido una esfera redonda; hacerlo primero en un folio en blanco y sólo con las indicaciones, y posteriormente en el mismo folio en blanco pero a la copia, es decir, usando un modelo de reloj que ofrecerá el explorador.
Para medir el grado de daño se usan distintas formas de puntuación, variables, que van desde 3 a 20 puntos. En primer lugar, se valora la esfera, que sea circular u ovalada y que esté completa, sin grandes distorsiones o muy asimétrica. Después, los números, que estén todos presentes, en el orden correcto, y colocados en el lugar que les corresponde (aunque se permiten pequeños errores espaciales, como colocar el 4 en el lugar del 3). Asimismo, se tienen en cuenta las manecillas, que estén en la posición indicada y con las proporciones de tamaño adecuadas (la de la hora debe ser más pequeña).
A partir de esas premisas, explica el experto, se van sumando o restando puntos según la escala que se haya considerado. También pueden tenerse en cuenta detalles más subjetivos como el tamaño, los errores de planificación, la perseveración (dibujar más de dos manecillas, por ejemplo) o las dificultades gráficas.
¿POR QUÉ SE PIDE EL DIBUJO DE UN RELOJ?
El doctor Pérez explica que, realmente, cuando se le pide a alguien que realice una tarea determinada, sea dibujar un reloj, una casa, decir animales, o restar de siete en siete, lo que se le está pidiendo es que demuestre que es capaz de entender la orden que se le da, que es capaz de centrar su atención en la tarea evitando distraerse, capaz de planificar cómo va a hacerlo, hacerlo correctamente y estableciendo bien proporciones y lugares.
"Es decir, le estamos pidiendo que nos demuestre que es capaz de poner en marcha todas esas capacidades de su encéfalo que le permiten, que nos permiten, desenvolvernos en nuestra vida diaria sin problemas. La única manera que tenemos de constatar que esa capacidad está alterada es planteando tareas más o menos complejas, como la de dibujar un reloj", agrega.
Además, el neurólogo del Hospital de La Palma añade que se pide al paciente que señale siempre las once y diez porque, después de emplear otras pautas horarias, se ha visto que ésta permite valorar los dos hemicampos visuoatencionales (derecho e izquierdo), y también que no haya deterioro del pensamiento abstracto. "Un error muy común es situar el minutero en el 10, dado que se encuentra junto al 1. Se trata de una conducta 'ligada al estímulo'", añade.
Finalmente, el doctor Pérez sostiene que esta tarea fue diseñada para identificar un tipo de alteración específica en la que se pierde la capacidad para reconocer una parte del espacio, lo cual da lugar a que el dibujo, evidentemente, se altere. Sin embargo, posteriormente se vio que también permitía identificar la alteración de otras funciones como las ejecutivas, la memoria, o las visuoespaciales.