MADRID 2 Oct. (EDIZIONES) -
No se debería añadir ni azúcar ni sal durante el primer año vida de un bebé. Después, es conveniente utilizar pequeñas cantidades de sal yodada. Los edulcorantes artificiales sólo deberían usarse en la infancia como alternativa, cuando otras formas de prevención de la obesidad no sean suficientes, a excepción del uso del chicle sin azúcar para prevenir la caries o su uso en productos farmacéuticos.
Según explica la Asociación Española de Pediatría (AEP) los azúcares se encuentran de forma natural en muchos alimentos, como en los lácteos en forma de lactosa, y en las frutas en forma de fructosa. Sin embargo, muchos alimentos y bebidas tienen azúcares agregados y edulcorantes que, a menudo, aportan calorías sin nutrientes.
En este sentido, recuerda que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Organización Mundial de la Salud (FAO/OMS) aconsejan un consumo de azúcares simples inferior al 10% del valor calórico total de la dieta, tratando de que estos formen parte de una alimentación saludable en la que se limite el consumo de bebidas azucaradas.
"El consumo de azúcares, de un modo equilibrado y natural con los alimentos que lo contienen, tiene propiedades positivas para el organismo (desarrollo de las funciones cognitivas y de la actividad física). No obstante, el abuso de azúcares podría estar relacionado con la diabetes o la obesidad", avisa.
Al mismo tiempo, precisa que un edulcorante es un aditivo alimentario que confiere un sabor dulce y que, habitualmente, no aporta o proporciona muy poca energía. "En las últimas décadas ha aumentado su consumo para prevenir la caries y para cumplir las dietas en casos de obesidad o diabetes, por ejemplo", añade.
En este sentido, el doctor José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición de la AEP, y especialista del servicio de Pediatría en el Hospital 12 de Octubre de Madrid recuerda a Infosalus que no es recomendable que los menores consuman sal en su primer año de vida, "e incluso más adelante tampoco", porque su aprendizaje es por exposición.
PROBLEMAS FUTUROS
"Si se aprende a comer salado no se será capaz de comer sin sal y habrá personas con tendencia a tener hipertensión. Aunque el azúcar sea necesaria para hacer funcionar el cuerpo, el sabor dulce no se aprende. Además, la leche materna es dulce y el bebé ya lo sabe", añade.
Por su parte, Rosaura Leis, profesora titular de pediatría, y especialista del Hospital Clínico de Santiago, señala a Infosalus que los alimentos ya tienen tanto azúcares como sal en su composición.
"No se recomienda añadirlas porque la dieta tiene que ser proporcionada en cuanto a los macro y a los micronutrientes. Por un lado, el dar azúcares añadidos o sal a los niños supera las recomendaciones del aporte de nutrientes a la dieta del niño. Hay que fijar la educación nutricional, en sabores", subraya la experta.
La también coordinadora del grupo de nutrición pediátrica de la Sociedad española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, destaca que en la actualidad se sabe que es muy importante la alimentación de los niños en sus primeros mil días de vida, ya contando desde el útero materno, y teniendo en cuenta la alimentación de la madre, porque es ahí donde adquiere sus preferencias alimentarias.
"Como ejemplo, los niños que toman lactancia materna les resulta más fácil introducir los alimentos a partir de los seis meses porque la leche de mujer tiene distintos sabores y el niño está acostumbrado a tomar distintos sabores. Es importante destacar la importancia de la nutrición en estos periodos, incluso en la alimentación de la madre, para el desarrollo de enfermedades a largo plazo. Los niños con bajo o mucho peso al nacimiento tienen riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas en edades adultas", aclara la especialista.
Así, defiende que el poquito de azúcar o de sal hay que marcarlo, y una vez que el niño hace la dieta familiar, a partir del año o de los dos años, se le puede condimentar un poco la comida, "pero sólo un poco". En este sentido, resalta la importancia de que nunca esté en la mesa el salero o la azucarera para que uno se sirva. "No deberíamos tener en la mesa estos productos para añadir a nuestro gusto", sentencia.