MADRID, 27 Ago. (EUROPA PRESS) -
El uso a largo plazo de combustibles sólidos, como madera o carbón, para cocinar está asociado con un mayor riesgo de muerte por una enfermedad cardiovascular, según concluye un estudio de la Sociedad Europea de Cardiología, presentado en su Congreso.
El estudio se realizó con 341.730 adultos de entre 30 y 79 años procedentes de diez áreas de China desde 2004 a 2008. La edad media de los participantes fueron 51,7 años y tres cuartas partes de ellos eran mujeres. Fueron entrevistados acerca de la frecuencia con la que cocinaban y el combustible principal que utilizaban en sus tres últimas residencias más recientes.
Los investigadores estimaron la duración de la exposición a los combustibles sólidos y restringieron el análisis a aquellos que los usaban al menos una vez a la semana en sus hogares más recientes y no tenían ninguna enfermedad cardiovascular.
En general, el 22,5 por ciento de los participantes utilizaron combustibles fósiles para cocinar durante más de 30 años; el 24,6 por ciento durante entre 10 y 29 años y el 53 por ciento durante menos de diez años. Entre estos últimos, el 45,9 por ciento nunca había usado combustibles sólidos en sus tres casas más recientes y el 49,1 por ciento había cambiado de este tipo a los combustibles limpios, como la electricidad o el gas, durante este período.
Se siguió a 3,4 millones de personas a lo largo de los años, y 8.304 murieron de una enfermedad cardiovascular. Después de ajustar los resultados a la educación, al tabaquismo y a otros factores de riesgo cardiovascular, cada década de exposición a los combustibles sólidos se asoció con un riesgo de muerte cardiovascular un 3 por ciento más alto. Los participantes que utilizaron este tipo de combustible 30 años o más tuvieron incrementaron su riesgo un 12 por ciento.
Comparado con el uso a largo plazo de los combustibles, adoptar combustibles de tipo limpio, se asoció en el estudio con un riesgo menor de mortalidad cardiovascular. Concretamente, cada década de uso de combustibles limpios reducía el riesgo un 5 por ciento. Los participantes en el trabajo que habían cambiado el tipo de combustible que utilizaban hacía 10 años tenían riesgos de muerte cardiovascular comparables a las personas que siempre habían usado combustible limpio.
"El cambio a electricidad o gas debilita el impacto del uso anterior de combustible sólido, lo que sugiere que la asociación negativa puede ser reversible", ha indicado el investigador principal del estudio, el profesor Zhengming Chen.