MADRID, 22 Jun. (EUROPA PRESS) -
Una ingesta de pescado de entre dos y cuatro raciones semanales
reduce un 21 por ciento el riesgo de mortalidad por enfermedad coronaria, según un estudio de la Universidad china de Zhejiang destacado por la doctora Edel O. Elvevoll en su intervención en la V Conferencia Internacional de ARVI sobre el futuro de la pesca, enfocada en esta edición en los beneficios del consumo de pescado en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la obesidad.
De acuerdo con los resultados del estudio que ha citado Elvevoll, decana y profesora de Ciencias de la Alimentación Industrial en la Facultad de Ciencias de la Vida, Pesca y Economía, UiT, de Tromso (Noruega), la proporción entre el consumo de pescado y la reducción del riesgo de mortalidad por enfermedades coronarias es "directa".
Este análisis, llevado a cabo en 2012 entre más de 315.000 personas, mostró, en el caso de un bajo consumo de pescado (1 porción/semana), una reducción del 16 por ciento en el riesgo de mortalidad por cardiopatía coronaria. Este índice subió hasta el 21 por ciento para un consumo moderado (2-4 porciones de pescado/semana), y del 17 por ciento en casos de consumo alto (5 porciones/semana).
La científica noruega también ha hecho referencia a los beneficios del pescado para el desarrollo neurológico del recién nacido y del lactante, y ha manifestado que la ausencia de pescado en la dieta de las mujeres embarazadas "enfrenta al feto a un mayor riesgo cardiovascular".
Durante la jornada también se ha analizado el impacto que tiene consumir pescado en la prevención de ciertos tipos de cáncer y la obesidad. Así, Mariette Gerber, científica senior del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica francés (INSERM), ha realizado varios estudios sobre este consumo en la prevención del cáncer colorrectal, de próstata y de mama y ha destacado la "limitada relación" entre los ácidos grasos de los productos pesqueros y el cáncer.
Según Gerber, "aunque no se puede determinar la reducción del riesgo de cáncer por consumo de pescado, debido a las dificultades que plantean los métodos epidemiológicos, la probabilidad es alta en casos de cáncer colorrectal y de mama". "La posibilidad de padecer cáncer de mama o colorrectal es menor en los consumidores de dieta Mediterránea. En el caso del cáncer de próstata, no hay evidencias debido al menor número de estudios", ha destacado la experta.
ABANDONO DE LAS DIETAS ATLÁNTICA Y MEDITERRÁNEA
Por su parte, la doctora Rosaura Leis Trabazo, coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago, ha abordado la Dieta
Atlántica/Estrategia NAOS y los aspectos saludables del pescado. "La obesidad, la gran pandemia mundial, es el trastorno nutricional y metabólico más frecuente en la edad pediátrica, y presenta en Europa una variación positiva Norte-Sur, probablemente en relación con el abandono de las dietas tradicionales saludables, Mediterránea y Atlántica, especialmente por parte de los más pequeños", ha indicado.
En su opinión, de seguir estos datos como hasta ahora, los niños "van a vivir menos que sus padres y/o que sus abuelos y con peor calidad de vida". "Además, los costes derivados de la asistencia a esta patología pueden llegar a poner en riesgo la persistencia del sistema sanitario", ha añadido.
Por último, el doctor Ángel Gil Hernández, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada, que ha resaltado que la incorporación del pescado graso a las dietas puede contribuir "de forma moderada" a la reducción del peso corporal, del índice de masa corporal, "especialmente" a la disminución de la circunferencia de cintura", así como "una reducción del colesterol total".
La V Conferencia ARVI también ha contado con la video-intervención inicial de la doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha aprovechado su saludo para poner sobre la mesa las dificultades de acceso al consumo de pescado.
"Las barreras comerciales, de precio, hacen que no aumente ese
acceso al consumo de pescado. A veces los productos procesados son más asequibles desde el punto de vista del precio y de la facilidad para comprarlos que los productos frescos", ha lamentado, por lo que propone estudiar los "factores culturales y educacionales" que hacen que, en ciertas franjas de edad, los niños, se rechace el pescado.