MADRID, 18 Mar. (EUROPA PRESS) -
Una etiqueta inteligente con código de color podría alertar a los consumidores si un cartón de leche se ha vuelto agrio o una lata de judías verdes se ha estropeado sin necesidad de abrir los recipientes. La etiqueta, que figurará en el envase, también podría utilizarse para determinar si los medicamentos y otros productos perecederos siguen activos o frescos.
Los creados de estas etiquetas de alimentos que cambian de color con su deterioro las han presentado este lunes en el marco de la 247 Reunión Nacional y Exposición de la Sociedad Americana de Química (ACS), que se celebra en Dallas, Estados Unidos, hasta el jueves.
"Esta etiqueta, que tiene una consistencia de gel y realmente barata y segura, puede ser ampliamente programada para imitar casi todos los procesos de deterioro ambiental en los alimentos", destaca el investigador principal del estudio, Chao Zhang, de la Universidad de Pekín, en China.
A su juicio, el uso de estas etiquetas podría potencialmente resolver el problema de saber cómo se encuentran alimentos frescos perecederos empaquetados con el paso del tiempo. "Una verdadera ventaja es que incluso cuando los fabricantes, propietarios de la tienda de comestibles y consumidores no saben si la comida ha sido expuesta indebidamente a temperaturas más altas, lo que podría causar su deterioro, la etiqueta proporciona una indicación fiable de la calidad del producto", asegura Zhan.
Las etiquetas, que son aproximadamente del tamaño de un grano de maíz, tienen varios códigos de color, de forma que el rojo anaranjado o rojizo significaría que el alimento está fresco, un color que con el tiempo cambia a naranja, amarillo y verde, lo que indica que la comida se está echando a perder.
"Los colores significan un rango de entre cien por cien fresco y cien por cien en mal estado. Por ejemplo, si la etiqueta dice que el producto debe permanecer fresco durante 14 días en condiciones de refrigeración pero este indicador es de color naranja, significa que el producto es sólo aproximadamente la mitad de fresco, por lo que el consumidor sabe que el producto es comestible sólo otros siete días si se mantiene refrigerado", desgrana este experto.
Los investigadores desarrollaron y probaron las etiquetas utilizando 'E. Coli', una bacteria que deteriora los alimentos causando problemas gastrointestinales, en la leche como un modelo de referencia. "Sincronizamos con éxito, en varias temperaturas, el proceso de la evolución química en la etiqueta inteligente con los procesos de crecimiento de microbios en la leche", subraya Zhang.
Las etiquetas, que también pueden personalizarse para una variedad de otros alimentos y bebidas, contienen diminutos nanorods metálicos que, en las diferentes etapas y fases, pueden tener una variedad de colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, según Zhang.
"Los nanorods de oro que utilizamos son inherentemente rojos, dictando el color inicial de las etiquetas --concreta este experto--. El cloruro de plata y la vitamina C también están en estos indicadores, reaccionando lentamente y de forma controlada. Con el tiempo, la plata metálica gradualmente se deposita en cada nanorod de oro, formando una capa de plata, que cambia la composición y forma la partícula química, por lo que el color de la etiqueta sería diferente. Por lo tanto, ya que la capa de plata se espesa con el tiempo, el color de la etiqueta se desarrolla a partir del rojo inicial al naranja, amarillo y verde e, incluso, azul y violeta".
Aunque los nanorods están hechos de oro y plata, una etiqueta así sería muy barata, con un coste por todos los productos químicos de este pequeño indicador inferior al centavo de dólar (0,002 dólares). "Además, los reactivos de las etiquetas no son tóxicos y algunos de ellos (como la vitamina C, el ácido acético, el ácido láctico y el agar) son incluso comestibles", destaca Zhang, cuya investigación se ha publicado en la revista 'ACS Nano'.