MADRID, 14 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un informe elaborado por la Fundación Vivo Sano denuncia que el actual sistema de seguridad alimentaria de la Unión Europea no protege adecuadamente a la población de los pesticidas, y alerta de que más del 50 por ciento de las frutas y verduras que se consumen en España tienen residuos de estas sustancias químicas que pueden alterar el equilibrio hormonal de quienes las consumen.
"España es el país donde más pesticidas se usan, con 78.000 toneladas al año", ha denunciado el responsable de la campaña 'Hogar sin tóxicos de esta fundación, Carlos de Prada, que cita datos de Eurostat recopilados en su informe.
Además, también hace alusión a otro trabajo de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés) de 2014 que confirmaba que hasta el 64 por ciento de las mandarinas, el 60,5 por ciento de las naranjas o el 57,6 por ciento de las peras contienen varios pesticidas en una única pieza.
El problema, según este experto, es que muchas de las sustancias que incluyen los pesticidas quedan en las plantas y sus frutos y cuando se consumen pueden alterar el normal funcionamiento del sistema hormonal, lo que se conoce como disruptores endocrinos.
De hecho, ha alertado De Prada, hay estudios científicos que asocian la presencia de sustancias contaminantes que son disruptores endocrinos a un mayor riesgo de cáncer hormonodependientes, como el de mama, próstata o testículos, enfermedades cardiovasculares o malformaciones genitales congénitas en niños.
Asimismo, se han detectado efectos en el desarrollo del sistema nervioso central, causante de problemas de memoria o aprendizaje. De hecho, un informe de la Endocrine Society calculaba una pérdida anual de 13 millones de puntos de coeficiente intelectual en la población anual por exposición a disruptores endocrinos, que "no solo están presentes en los pesticidas".
NO SE TIENE EN CUENTA EL 'EFECTO CÓCTEL'
Además, este experto critica que la regulación de los riesgos de estos productos químicos no tenga en cuenta el "efecto cóctel" y sólo se centre en el riesgo de exposición a un pesticida concreto en un momento determinado.
"Nunca nos exponemos a un solo pesticida de forma aislada, sino al que hay en una pera, una manzana y cualquier fruta o verdura que comemos, donde puede haber varios pesticidas diferentes. Y el riesgo de esa exposición conjunta no ha sido evaluado y puede ser muy superior al causado por las sustancias aisladas", ha alertado.
De igual modo, el estudio también plantea dudas "muy serias" sobre la fiabilidad de los límites máximos de residuos que se establecen y del uso de "sistemas obsoletos que benefician a la industria".
"En lugar de transmitir una imagen de confianza ciega y de que todo está controlado y cualquiera puede alimentarse con seguridad plena, existe una enorme incertidumbre sobre el riesgo. Y eso la población no lo sabe", ha criticado.
MEDIDAS A NIVEL NACIONAL ANTE LA "INACCIÓN" COMUNITARIA
Por ello, y ante la "inacción" normativa a nivel de la Comisión Europea, desde la Fundación plantean al Gobierno que tome medidas como ya están haciendo otros países para reducir el uso de estas sustancias químicas en los cultivos. De hecho, según De Prada, "ahora hay más plagas que antes".
Francia ha puesto en marcha un plan para reducir al 50 por ciento el uso de pesticidas en 2025 y Dinamarca ya ha rebajado la presencia de estos compuestos en un 40 por ciento entre los años 2011 y 2015. "Y esto no les ha supuesto ninguna pérdida de competitividad, al tiempo que han ganado en salud pública", ha defendido.
Así, plantean en España un plan nacional con carácter vinculante que permita reducir el uso de pesticidas un 30 por ciento cada cinco años, e impulsar otro tipo de métodos no químicos para control de plagas y un mayor impulso a la agricultura ecológica.
En ese sentido, la responsable de Políticas de Sustancias Químicas de Ecologistas en Acción, Dolores Romano, ha celebrado que algunas ciudades como Madrid o Zaragoza ya hayan adoptado iniciativas contra los pesticidas y los disruptores endocrinos que, entre otras cuestiones, promueven la presencia de alimentos ecológicos en comedores escolares.
De hecho, ha añadido De Prada, está demostrado que los niños son "más sensibles" a estas sustancias porque "sus sistemas de desintoxicación orgánica no están del todo desarrollados y los eliminan peor".
Otras medidas para considerarse ciudades libres de disruptores endocrinos serían eliminarlos del mantenimiento de parques y jardines, de la limpieza y mantenimiento de edificios públicos o controlando las emisiones del transporte.