MADRID 13 Sep. (EUROPA PRESS) -
Muchos de los problemas emocionales de la vida diaria, como la tristeza, la rabia o la ansiedad leve son cada vez más contemplados como un trastorno mental y tratados con pastillas, sin embargo está demostrado que la medicación no ayuda especialmente a superarlos, solo a crear síndrome de abstinencia, según se ha manifestado el psiquiatra americano Allen Frances durante una entrevista concedida a Europa Press sobre su reciente manual '¿Somos todos enfermos mentales?'.
En palabras del experto, "es importante identificar y tratar rápidamente trastornos psiquiátricos graves, pero hay que ser conscientes de los problemas más leves, que son una parte inherente de la condición humana".
En España, actualmente existen muchas preocupaciones sobre la economía familiar y sobre el futuro, lo que genera tristeza y ansiedad, pero estos "son problemas sociales que deben arreglarse con soluciones sociales, y no identificar a los individuos que reaccionan a ellos como medicamente enfermos", explica.
De hecho, se ha comprobado que a estas dificultades rutinarias, la tasa de respuesta al placebo es "casi tan alta como la respuesta positiva del paciente a la medicación real".
Las mejores soluciones para este tipo de problemas son "el paso del tiempo, la resistencia humana, el apoyo de la familia y de todos los que están alrededor, el cambio en las circunstancias, un estrés reducido y la práctica continuada de ejercicio físico". "De esta forma no se necesita recurrir a pastillas, evitando el estigma social y los fuertes efectos secundarios que causan algunos tratamientos", añade.
No obstante, el experto aconseja acudir al psicólogo si estos desórdenes emocionales no se superan con los remedios anteriores, ya que hacer terapias y depositar confianza en alguien ajeno al entorno más cercano puede servir para liberar tensiones".
NO EXISTE UN LÍMITE CLARO QUE SEPARE EL TRASTORNO DE LA "NORMALIDAD"
A su juicio, "esta inflación diagnóstica se debe a que en Psiquiatría no existen test biológicos que permitan identificar el origen genético de las patologías, son arbitriarios y subjetivos, lo que impide determinar el límite entre la normalidad y el trastorno mental".
Asimismo, "en medicina general ha habido un diagnóstico excesivo de diabetes, hipertensión, osteoporisis, entre otras patologías, porque la línea que marca el límite es demasiado inclusiva".
Frances sostiene que el abuso de diagnosis es llevado a cabo "tanto por profesionales sanitarios como por las industrias farmacéuticas". A los primeros les gusta expandir las definiciones de las enfermedades mentales, "centrándose más en sobrediagnosticar a personas no enfermas que en vigilar a quien ha sido mal etiquetado".
Un claro ejemplo de esta práctica fue la elaboración del DSM V (manual sobre diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), en el que los especialistas convirtieron en desórdenes de la mente el duelo, la pérdida de memoria natural propia de la vejez, comer demasiado, los cambios bruscos de humor, y la preocupación sobre los síntomas físicos.
Además, se hizo más facil etiquetar a individuos con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), problema que ahora mismo está siendo "ampliamente sobrediagnosticado". A esto hay que añadir que "los diagnósticos se suelen hacer en escasos minutos y por profesionales con poca formación", agrega.
Por su parte, "las farmacéuticas invierten en campañas de marketing del diagnóstico, ya que cuantos más individuos sean identificados como enfermos, más pastillas podrán vender", critica el especialista.
EL USO DE ANSIOLÍTICOS "DEBERÍA ESTAR MÁS RESTRINGIDO"
Por ejemplo, las benzodiazepinas para tratar la ansiedad "tienen un alto grado de riesgo de adicción y los síntomas de abstinencia son mucho peores que los que se tenía antes de empezar a tomarlas". Este tipo de medicamentos deberían ser muy restringidas en su uso, de hecho "casi siempre son recetados por médicos de Atención Primaria, pocas veces por psiquiatras".
El psiquiatra celebra que la prensa "se haya involucrado más en este asunto en los últimos años". En el pasado los periodistas intentaban publicitar los avances de una manera no crítica, ahora "se han vuelto más escépticos".
"La mejor solución contra el proteccionismo comercial es que el paciente pregunte a su médico los riesgos y las alternativas de tratamiento, y que tenga la expectativa de tener respuestas muy claras". Si no pueden obtenerse, quizás "lo mejor sea tener una segunda opinión".
Por último, el experto hace un llamamiento a profesionales sanitarios, farmacéuticas y a la sociedad en general para que "se trate de enfocar la atención en los casos de enfermedad severa, que suelen ser ignorados y acaban sin techo o en la cárcel, y se evite el sobretratamiento de los problemas diarios".