MADRID, 13 Ene. (EDIZIONES) -
El tabaquismo está considerado como una enfermedad crónica. Es una adicción, como el alcoholismo. Dejar de fumar no es una asignatura fácil pero sí debería ser obligatoria, ya que el tabaco no nos aporta nada bueno a nuestro organismo sino al contrario. Con cada calada estamos intoxicando nuestro cuerpo con sustancias que previsiblemente le van a hacer enfermar y puede que gravemente. Es peligroso y no hay más que saber que la nicotina llega al cerebro a los 20 segundos de que se produzca la calada.
Aunque hay poca literatura científica que documente fidedignamente los cambios que se producen en el cuerpo al dejar de fumar, se puede asumir que el monóxido de carbono se elimina a las 24 horas tras el abandono del tabaco, afirma en una entrevista con Infosalus el doctor de la Clínica Universidad de Navarra, Juan Bertó.
El especialista señala que, en torno a la semana 12, la tolerancia al ejercicio comienza a mejorar y, aproximadamente a los 7-9 meses, la función pulmonar podría mejorar cerca de un 10%, aparte de que los síntomas como la tos y la dificultad al respirar con normalidad empiezan a desaparecer o a mejorar.
"Al año de haber dejado de fumar se reduce casi en un 50% el riesgo de sufrir un infarto de miocardio derivado del humo del tabaco, y a los 10 años, el riesgo de cáncer de pulmón disminuye en un 50%, en comparación a los que han seguido fumando", asegura, por lo que todo son beneficios si se decide dejar este hábito tan peligroso y maligno.
Pero para poder entenderlo mejor, el director de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología, y director también del Centro Colaborador de la OMS para el Control del Tabaco, el doctor Esteve Fernández, explica a Infosalus que el tabaco actúa de muchas maneras sobre nuestro cuerpo.
Para empezar, señala que tiene más de 6.000 sustancias tóxicas, que pueden dividirse en tres grupos: nicotina (produce la adicción al tabaco), tóxicas (por ejemplo amoníaco, sí, la gente inhala amoníaco al fumar), y las cancerígenas (unas 70 se han detectado hasta la fecha). Así, Fernández indica que los efectos del tabaco serán diferentes según estos grupos de sustancias, aunque todas ellas llegan a través del humo del tabaco a los pulmones, y después al torrente sanguíneo para distribuirse por todo el cuerpo.
LA ADICCIÓN Y LA NICOTINA
En el caso de la nicotina, sus efectos son inmediatos. Ésta llega al sistema nervioso central y es la encargada de promover el mecanismo adictivo del tabaco. "Una vez que la conoce el cuerpo, éste necesita más. Favorece situaciones placenteras, quita un poco las ganas de comer, o puede llegar a estimular en cierta medida la memoria, por ejemplo. Por eso al fumar los receptores se estimulan y cada vez necesita más", añade.
Asimismo, señala que la nicotina se metaboliza y degrada y pasa a ser otra molécula conocida como 'cotinina', que puede llegar a tener una vida de una semana. Además, los fumadores necesitan fumar si ha pasado un rato, porque los niveles de nicotina descienden rápidamente del cuerpo; es lo que se conoce como el 'síndrome de abstinencia', que también lo padecen los fumadores.
Sobre el segundo de los tres grupos de sustancias del tabaco, las cancerígenas, éstas se producen cuando se combustiona el tabaco en el cigarrillo, sea cual sea su forma (de liar, normal, en pipa, etc). Estas sustancias a través del humo pasan a los pulmones, y después al torrente sanguíneo con una serie de 'órganos diana', "a los que hace un daño directo", señala Fernández, como son el pulmón, la boca y la faringe, la laringe, el esófago, el páncreas el riñón, la vesícula urinaria, el estómago, el hígado y también el colon.
"Estas sustancias influyen a diferentes niveles en los procesos normales de las células de nuestro organismo y lo que promueven es que acabe apareciendo un cáncer a partir de mutaciones que se acumulan, algunas cancerígenas y otras que impiden que las células puedan protegerse contra esas mutaciones cancerígenas", incide el experto de la OMS.
Según subraya, el efecto de estas sustancias no es inmediato en el cuerpo, sino que puede notarse a partir de los 10-20 años de ser fumador. "Lo que se fuma hoy nos produce cáncer 20 años después. Deben tenerlo en cuenta las personas jóvenes que fuman, aunque sea poco. Fuman alegremente porque no tienen consecuencias inmediatas, e son incluso son deportistas. Pero la acumulación durante este tiempo del estímulo negativo sobre las células a la larga puede provocar cáncer", añade el especialista.
En cuanto al tercer y último grupo de sustancias del tabaco, el bloque de sustancias toxicas, éstas son las responsables entre otros puntos del riesgo cardiovascular en los fumadores, o de la EPOC, por ejemplo. Aquí Esteve Fernández llama la atención sobre el hecho de que para aumentar la disposición de nicotina, el tabaco viene tratado con amoniaco, que favorece que se absorba en más cantidad con cada calada.
EL RIESGO DE LOS NO FUMADORES QUE ESTÁN EXPUESTOS
Por otro lado, el doctor Fernández avisa del riesgo que corren las personas no fumadoras pero que sí están expuestas al humo del tabaco de otra persona. "La exposición pasiva al tabaco produce enfermedades a los no fumadores. Aumenta un 20% más el riesgo de infarto de miocardio, y un 20-25% más el riesgo de cáncer pulmón, que en las personas no fumadoras que no están expuestas al humo del tabaco", agrega a la vez que advierte de que las embarazadas que fuman provocan que sus hijos cuenten con más bajo peso al nacer, o una mayor sensibilidad a las infecciones respiratorias, por ejemplo.
Así con todo, el director de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología señala que una persona que deje de fumar su riesgo cardiovascular disminuirá y será similar al de un no fumador en el poco tiempo. "Aun así se ve a personas que hace muchos años dejaron de fumar y a los 75 se les diagnostica cáncer porque el daño celular estaba hecho o silente y por algún otro estimulo esas células han empezado a proliferar y aparece el cáncer", lamenta el especialista.
Según indica, un fumador tiene niveles de nicotina porque fuma. Si deja de fumar, a las 48 horas ya no tiene nicotina en el cuerpo, le quedará un poco de cotinina, y ésta a los 6-10 días estará fuera, gracias a la orina. Si no se vuelve a fumar o no se está expuesto no se le detectará. "Se acaba secretando todo por la orina y se acumula por ejemplo en el pelo o en la saliva, en otros fluidos biológicos. Si se analiza por ejemplo el cabello de un no fumador que ha estado expuesto al humo del tabaco se podrá saber cuánto tiempo y a cuánta cantidad ha estado expuesto", subraya Fernández.
El problema de las sustancias que aporta el tabaco, según el especialista en tabaquismo, es que los cancerígenos se metabolizan y muchos quedan en el organismo durante más tiempo. A su vez, precisa que, aunque la nicotina en sí no es cancerígena, sí es precursora de unos potentes cancerígenos, las 'nitrosanimas', y que sí pueden ejercer su "efecto pernicioso" por el cuerpo durante más tiempo.