MADRID, 6 Abr. (EUROPA PRESS) -
La relación que existe entre la depresión y las enfermedades cardiovasculares ha sido ampliamente estudiada, mostrando evidencia de una clara correlación entre ambas. El último estudio, elaborado por investigadores norteamericanos del Medical Institute Heart Center en Salt Lake City en EEUU, confirma que la depresión duplica el riesgo de mortalidad en cardiópatas.
En concreto, este trabajo determinó que la depresión es el mayor predictor de muerte en diez años tras el diagnóstico de una enfermedad coronaria, llegando a duplicar las probabilidades de fallecimiento en comparación con los pacientes cardiovasculares sin este trastorno mental.
El equipo de investigación analizó los registros de salud de casi 25.000 pacientes del Intermountain Healthcare, con seguimiento de media de casi 10 años desde el diagnóstico de la enfermedad coronaria. Alrededor del 15 por ciento de los pacientes recibieron un diagnóstico de seguimiento de la depresión, una proporción sustancialmente mayor que la tasa estimada de 7,5 a 10 por ciento en la población general.
De las 3.646 personas diagnosticadas con depresión y en seguimiento médico, la mitad falleció durante el periodo de estudio, en comparación con el 38 por ciento de las 20.491 personas que no estaban diagnosticadas. El estudio se centró en pacientes con diagnóstico de un infarto de miocardio y angina de pecho.
Esto significa que las personas con depresión tenían el doble de probabilidades de morir en comparación con las personas sin depresión. Este estudio es el primero en investigar los efectos de la depresión tras una enfermedad cardiovascular, obteniendo resultados concluyentes.
"Nuestro estudio muestra que no importa si la depresión surge en un corto plazo de tiempo o unos años antes. Es un factor de riesgo que necesita ser continuamente evaluado. Creo que el mensaje principal es que los pacientes con enfermedad coronaria han de ser supervisados de forma continua durante la depresión, y en caso de estas deprimidos, tienen que recibir un tratamiento adecuado y un seguimiento continuo", ha señalado Heidi May, epidemióloga cardiovascular y autora principal del estudio.
Esta relación también ocurre a la inversa. Los pacientes con enfermedades cardiovasculares son diagnosticados de depresión más frecuentemente, según un estudio publicado en 'European Heart Journal'. Es decir, las personas deprimidas son dos veces más propensas a desarrollar una dolencia cardiaca.
De esta manera, cuanto más severa sea la depresión, más aumenta el riesgo de sufrir un episodio cardiovascular. Los investigadores de este estudio sugirieron un abordaje conjunto en el que se alternara una reeducación de estilo de vida saludable, terapia y, en algunos casos, una medicación adecuada para mejorar la calidad de vida del paciente cardiovascular deprimido.
¿CUÁLES SON LOS MOTIVOS?
Desde la Fundación Española del Corazón (FEC), que se hacen eco de este estudio ante la celebración este sábado, 7 de abril, se celebra el Día Mundial de la Salud, que este año está dedicado a la depresión, recuerdan que las consecuencias de la depresión en la salud del corazón vienen dadas por la reducción de la actividad física, una dieta pobre o abuso de sustancias como el tabaco o el alcohol, además de duplicarse las dificultades para un adecuado seguimiento de la medicación.
"El mecanismo intrínseco por el cual un paciente con una cardiopatía isquémica entra en depresión no es un factor del todo conocido. Lo que sí se sabe es que es un porcentaje en torno al 15 o 20% de los pacientes que sufren un proceso cardiovascular agudo presenta signos y síntomas típicos de depresión, que por sí misma es un factor condicionante de la evolución de ese problema cardiovascular", explica el doctor José Luis Palma, vicepresidente de la FEC.
Según añaden, un alto porcentaje de los pacientes que acude a consulta del psicólogo tras un infarto acusa síntomas de depresión, debido al drástico cambio de estilo de vida que pueden experimentar tras un episodio cardiaco y la consecuente adaptación a esta nueva situación. "Un infarto de miocardio marca un antes y un después, pero, así como la mayoría de los pacientes logra superarlo e integrarse en el ambiente de su vida normal, hay otros pacientes en los que la depresión se profundiza", afirma.
Por lo tanto, considera que hay que estar muy alerta por dos razones: la primera porque hay que tratar ese factor de riesgo independiente que entorpece el pronóstico de los pacientes con infarto y, en segundo lugar, porque hay que tratar la depresión porque si no es un círculo vicioso que nada beneficia a la evolución del paciente cardiovascular.
"Síntomas como los pensamientos de muerte, insomnio y fatiga o pérdida de energía son especialmente reseñables en este tipo de pacientes", señala la doctora Julia Vidal, psicóloga especializada en gestión de las emociones y miembro del Consejo de Expertos del Programa de Empresas Cardiosaludables (PECS).
"Éstos pueden pasar desapercibidos como síntomas depresivos, porque en un principio se suele atribuir a la enfermedad cardiovascular. Además de detectar la aparición de estos síntomas, el médico debe transmitir al paciente la importancia de tratarlos, derivándolo al profesional indicado, y evitar así que influyan negativamente en su recuperación. Por lo general, la mayoría de los pacientes dejan en un segundo plano el tema emocional porque lo más importante para ellos en esos momentos es la salud física", concluye.