MADRID, 8 Feb. (INFOSALUS) -
España es uno de los países desarrollados con mayor consumo de antibióticos, y es que alrededor del 30 por ciento se obtiene sin recetas o procedentes de restos de tratamientos antibióticos previos que se guardan en casa, por lo que el índice de automedicación con estos fármacos en España es uno de los más altos.
Los antibióticos son un tipo de medicamento con el que se combaten las infecciones causadas por bacterias, destruyéndolas o impidiendo su crecimiento. Sin embargo, su alto consumo se debe a que se tratan también con ellos infecciones causadas por virus, que no requieren ni responden a los antibióticos, como los catarros, las infecciones respiratorias, o incluso casos de otitis o faringitis.
Esto supone "una irresponsabilidad que conlleva perjuicios para nuestra salud, porque consumir antibióticos sin necesitarlos hará más difícil la curación cuando el paciente los necesite de verdad, además de que somete a la persona a riesgos innecesarios, como reacciones alérgicas o alteraciones en la flora intestinal entre otros efectos adversos", ha explicado la doctora de Cinfa Aurora Garre.
De hecho, en la actualidad estos medicamentos están perdiendo eficacia porque las bacterias se están volviendo resistentes a ellos, haciéndose insensibles a su efecto. Por ello, la doctora Garre ha elaborado un decálogo con consejos para consumir antibióticos de forma responsable:
1. Nunca te automediques con antibióticos. Puedes estar cometiendo el error de consumir medicamentos totalmente ineficaces para combatir tu infección y, por tanto, estar contribuyendo al aumento de la resistencia de las bacterias patógenas. Expones, además, a tu organismo a reacciones alérgicas o efectos secundarios adversos sin necesidad.
2. No solicites antibióticos al farmacéutico sin que el médico te los haya indicado. No se debe presionar al profesional sanitario para que nos dispense estos medicamentos cuando acudimos sin receta a la farmacia, dado que está prohibido por ley. Tampoco exijas al médico que te los prescriba si no los considera necesarios: él, mejor que nadie, sabe cuándo está indicado su uso y cuándo no.
3. Tampoco para tus hijos. Si el niño muestra síntomas de alguna infección, acude a su pediatra, quien te indicará si es necesario administrarle o no un antibiótico. Hacerlo sin que sea necesario puede ser dañino para la salud de tu hijo y hacer más difícil su curación cuando adquiera una infección que de verdad requiera antibióticos.
4. Paciencia y cuidados. Si contraes un resfriado o una gripe y el médico te dice que no necesitas antibióticos, cuídate para recuperarte. Descansar y armarse de paciencia es muchas veces el mejor remedio para los enfriamientos y catarros.
5. Sigue fielmente las instrucciones del médico. Debes respetar y cumplir todas sus pautas, tanto en lo referente a la dosis que debes tomar, como el horario o la duración del tratamiento, pues cuando estos se toman en dosis incorrectas o de forma irregular se favorecen las resistencias de las bacterias a los antibióticos.
6. Organízate para cumplir el horario al pie de la letra. Antes de empezar el tratamiento, piensa qué horario te resulta más fácil para respetar la frecuencia de toma indicada por tu médico. Intenta tomarlo siempre a la misma hora.
7. Completa el tratamiento hasta el final. No lo interrumpas; los síntomas desaparecerán pronto, pero eso no quiere decir que la infección esté resuelta. Debes completar el tratamiento prescrito, de lo contrario, la infección puede reaparecer y el antibiótico dejar de ser efectivo.
8. No guardes los antibióticos que te sobren después del tratamiento. En su lugar, pregunta a tu farmacéutico cómo deshacerte de ellos de manera adecuada.
9. Siempre que sea posible, vacúnate con el fin de evitar infecciones ya sean víricas o bacterianas. De esta manera conseguirás evitar su aparición. Acompaña también a tus hijos o mayores a vacunarse, cuando esté recomendado para ellos.
10. Realiza un consumo de antibióticos responsable. La eficacia de los medicamentos depende de todos. El uso responsable de antibióticos puede contribuir a frenar la aparición de bacterias resistentes, lo que hará que los antibióticos sigan siendo eficaces tanto en la actualidad como para las generaciones futuras.