MADRID, 24 Jul. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del MIT, de la Universidad Rockefeller y de la Universidad de Boston (Estados Unidos) han diseñado un tejido biodegradable que logra expandirse después de un trasplante, según se publica en la revista 'Science Translational Medicine'.
En concreto, el nuevo hígado implantable se basa en el trabajo del laboratorio de Bhatia realizado en 2011, donde se desarrolló un andamio de tejido de ingeniería, sobre el tamaño y la forma de una lente de contacto, que podría ser implantado en el abdomen de un ratón. Allí, las células del hígado se integran con el sistema circulatorio del ratón, lo que le permite recibir suministro de sangre y comenzar a realizar las funciones normales del hígado.
Sin embargo, esos implantes contenían menos de un millón de hepatocitos (las células que realizan la mayoría de las funciones críticas del hígado). Y es que, un hígado humano sano tiene alrededor de 100 mil millones de hepatocitos, y los expertos consideran que, al menos, entre el 10 y el 30 por ciento de ese número sería necesario para ayudar a la mayoría de los pacientes.
Para aumentar su población de hepatocitos, los investigadores decidieron aprovechar un rasgo clave de las células del hígado, que es que pueden multiplicarse para generar nuevo tejido hepático. "El hígado es uno de los únicos órganos que pueden regenerar, y es que las células maduras que dividen, sin una célula madre intermedia. Eso es extraordinario", han señalado.
Para ello, elaboraron estructuras microfabricadas que incorporan organoides esféricos hechos de hepatocitos y fibroblastos, así como cordones de células endoteliales, los componentes básicos de los vasos sanguíneos. Estos dos tipos de estructuras se organizan en patrones y se incrustan en la fibrina, una proteína resistente normalmente involucrados en la coagulación de la sangre.
Una vez que las construcciones se implantaron en un ratón, reciben señales regenerativas del entorno circundante, las cuales incluyen factores de crecimiento, enzimas y moléculas que se producen naturalmente cuando ocurre daño hepático. Precisamente, estas señales estimulan las células endoteliales para formar vasos sanguíneos y liberar factores que estimulan la proliferación de hepatocitos, dando como resultado una expansión de 50 veces del tejido original.
"Lo realmente emocionante de esto es que la arquitectura del tejido que emerge se parece mucho a la arquitectura del hígado en el cuerpo", han reconocido los investigadores.
Además, los científicos también encontraron que después de la implantación el tejido comenzó a formar minúsculos precursores de los conductos biliares, que no habían diseñado. "El siguiente paso para nosotros es descubrir cómo llegaron allí, si podemos hacer que suceda más rápido y de una manera más organizada, y si son funcionales", han zanjado.