El efecto placebo está en los genes

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Foto: FLICKR/ALAN LEVINE
Actualizado: lunes, 13 abril 2015 18:44

MADRID, 13 Abr. (EUROPA PRESS) -

   El efecto placebo, es decir, personas que se sienten mejor si creen que están recibiendo tratamiento aunque no sea así, es ampliamente conocido. Ahora se ha descubierto que cada persona podría experimentarlo de forma diferente según sus genes.

   Por ello, una nueva investigación de científicos del 'Beth Israel Deaconess Medical Center', en Boston, Estados Unidos, plantea la posibilidad de emplear el cribado genético para identificar a las personas que responden al placebo de forma más fuerte, de modo que se las excluya de los ensayos clínicos de los nuevos medicamentos.

   En una nueva revisión, que se publica este lunes en 'Trends in Molecular Medicine', los científicos del 'Beth Israel Deaconess Medical Center', en Boston, Estados Unidos, analizan posibles problemas éticos relacionados con la realización de pruebas genéticas para determinar si un paciente es un respondedor al placebo.

   Según la autora principal, Kathryn Hall, miembro del Programa sobre Estudios del Placebo del 'Beth Israel Deaconess Medical Center', conocer la colección de genes relacionados con las respuestas al placebo abre posibilidades para mejorar la respuesta de los pacientes a la atención clínica y los productos farmacéuticos y refinar el diseño de la investigación para detectar diferencias entre el fármaco y el placebo.

   Estudios anteriores han revelado que ciertas vías de señalización en el cerebro, especialmente las vías de la dopamina, los opiáceos, los endocanabinoides y la serotonina, ayudan a mediar en el efecto placebo. Hall y sus colegas examinaron la evidencia de que variaciones genéticas en estas vías pueden modificar el efecto placebo y sus resultados plantean la posibilidad de utilizar el cribado genético para identificar quienes reponden al placebo.

   Esta información podría conducir a una mejor selección de los pacientes para los ensayos clínicos, por ejemplo, indicando a quienes se debe excluir, ya que son propensos a experimentar un beneficio sin importar el tipo de tratamiento que reciben o asegurándose de que los posibles respondedores al placebo se asignan de forma homogénea en los brazos o las ramas de tratamiento.

   Hall observa que si ciertas vías de señalización del cerebro influyen en la respuesta al placebo, entonces podrían también afectar a las respuestas de los pacientes a los fármacos que se dirigen a esas mismas vías, y la magnitud del efecto del fármaco puede diferir de un paciente a otro como resultado de su genotipo.

   "Estas son nuevas hipótesis de que, hasta donde sabemos, todavía no han sido discutidas en la literatura científica -señala esta experta--. Esta concepción más amplia que apunta a una medicina más personalizada requiere investigación adicional". Su grupo propone incluir controles sin tratamiento, además de los controles con placebo en algunos ensayos clínicos futuros.

   "Nuestra propuesta de incorporar un estudio formal de placebo en los ensayos clínicos futuros es innovador y podría representar un ahorro significativo de costes, al llevar a un rápido acceso al conocimiento de los mecanismos implicados en la respuesta al placebo en una amplia variedad de enfermedades y regímenes de fármacos", dice Hall.

   No obstante, los autores señalan que entre las cuestiones éticas se debe plantear si se pueden establecer los perfiles genéticos de los que responden al placebo. Si aquellas personas que responden de manera importante el placebo no se incluyen en los ensayos clínicos, esto plantea varias preguntas importantes, como el etiquetado de los pacientes, la posibilidad de informar a los pacientes sobre su propensión a responder a los placebos, si pueden los médicos utilizar éticametne esta información o qué pacientes serán aptos para los fámacos a la luz del hecho de que los medicamentos sólo se prueban en no respondedores al placebo.

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