MADRID, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -
El catedrático emérito de Medicina de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y ex jefe de la sección de Reumatología del Hospital Universitario de Alicante, Eliseo Pascual, ha publicado un artículo de investigación en el que sienta las bases para entender cómo y dónde se forman cristales de urato monosódico en la gota.
El estudio, publicado en la revista 'Nature Reviews in Rheumatology', se recogen datos que hasta ahora eran desconocidos y que ayudan a comprender la naturaleza crónica y progresiva de la gota en ausencia de tratamiento, ya que sienta las bases para entender cómo y dónde se forman los cristales de urato monosódico en la gota.
La gota se manifiesta como episodios muy agudos y dolorosos de artritis, frecuentemente en diferentes articulaciones del pie pero, también, en otros sitios. Se debe a la formación y al depósito de cristales de una sal de ácido úrico (urato monosódico) del organismo, preferentemente en articulaciones. Para que los cristales se formen son necesarios niveles elevados de ácido úrico en la sangre, pero hasta ahora se desconocían los mecanismos de formación de los cristales y los lugares precisos en los que ocurren, así como el por qué sucede en estos sitios.
"Este desconocimiento se debe, en gran parte, a que los cristales se disuelven en el proceso de fijación de los tejidos necesario para su tinción y examen por parte de los patólogos, por lo que no aparecen en las preparaciones histológicas", señala la investigación.
El estudio ha sido posible, en primer lugar, por haber apreciado bandas de fibras colágenas de la superficie del cartílago con un depósito muy ordenado de cristales. En segundo lugar, al hacerse preparaciones histológicas por el método empleado para las biopsias quirúrgicas (cortes tras congelación del tejido sin fijar), en el que se aprecia que los cristales se conservan, hecho que permite su estudio y relación con los tejidos en los que se forman, además de poder deducir con razonable precisión los mecanismos de formación.
Todo esto, junto con datos recientes sobre la localización de los cristales de urato obtenidos mediante ecografía de alta definición, ha dado una imagen muy completa del proceso de formación de cristales, hasta ahora poco conocida.
¿DÓNDE Y CÓMO SE FORMAN?
Esencialmente, los cristales se forman en la superficie del cartílago articular sobre fibras colágenas del cartílago que han sido alteradas por un proceso de artrosis muy precoz. Aquí los cristales forman filas muy ordenadas a lo largo de ondulaciones que presentan estas bandas al quedar libres y retraerse.
Asimismo, se forman en el interior de diferentes tendones como el de Aquiles, el rotuliano o los flexores de los dedos de la mano así como en ligamentos, sitios donde al no producirse inflamación de suficiente magnitud pasan desapercibidos. De forma más tardía, se forman nódulos, llamados tofos, donde inicialmente se forman cristales de forma ordenada en los tejidos para más tarde crecer hasta hacerse palpables y poder llegar a alcanzar gran tamaño; pueden palparse en diferentes localizaciones como en los codos.
Además de los palpables, también se forman interiormente y solo se perciben por técnicas de imagen. Los cristales aquí se forman sobre cristales previos en lo que se denominan formaciones esferulíticas, que adquieren un aspecto en abanico y que son frecuentes en diferentes cristalizaciones naturales y formaciones geógicas. Son estos tofos los que al crecer junto al hueso articular da lugar a las erosiones que se ven en radiografías en algo avanzadas de la gota y dañan la articulación.
En cuanto al mecanismo de formación de los cristales, inicialmente (en superficie del cartílago e interior de tendones) se forman sobre fibras colágenas (que son fibras "de sosten" de órganos y tejidos) en sitios que presentan estructura complementaria al cristal que se forma, lo que disminuye la energía precisa para su formación y determina el sitio donde se nuclea. Formados los cristales, nuevos cristales encuentran la situación ideal de nucleación y crecimiento sobre ellos, lo que facilita la formación de los tofos, que pueden alcanzar un gran tamaño.
Aunque estos hallazgos no influyen de forma directa sobre el esquema del tratamiento, contribuyen claramente a la comprensión de la enfermedad, a veces tomada como una enfermedad episódica y solamente presente durante los ataques de artritis gotosa y que es en realidad una consecuencia del depósito permanente y creciente en el tiempo, si no se trata.