BARCELONA 9 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un estudio internacional con participación de investigadores de la Universitat de Barcelona (UB) ha identificado 40 genes relacionados con la conducta agresiva en humanos y en ratones, que podrían contribuir a perfilar futuras dianas farmacológicas.
En la investigación, publicada en 'Molecular Psychiatry', participan los investigadores Bru Corman y Noèlia Fernández, de la Facultad de Biología y el Instituto de Biomedicina de la UB, el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer), ha informado la universidad este lunes en un comunicado.
El origen de la conducta violenta es multifactorial y responde a la interacción de diversos factores --biológicos, culturales, sociales-- que pueden modular la expresión del comportamiento humano, y la nueva investigación aporta una visión más profunda e integradora sobre la base genética de la agresividad y las vías funcionales comunes que modulan el circuito cerebral de la conducta violenta en espacios diferentes.
Cormand ha asegurado que la agresividad es un rasgo conservado a lo largo de la evolución biológica porque tiene ventajas para la supervivencia de las especies, y que el estudio se centra en las "bases biológicas" de ésta, en los factores endógenos que predisponen a manifestar determinados comportamientos antisociales.
Ha dicho que la agresividad también tiene un componente ambiental que no está considerado en este trabajo científico: "Sería interesante combinar datos genéticos y ambientales de los mismos individuos para tener en cuenta las interacciones que se pueden producir entre los diferentes factores de riesgo que influyen en este tipo de conducta".
BASE GENÉTICA COMÚN
Humanos y ratones comparten una base genética común para el comportamiento violento, apunta el estudio, que ha identificado 40 genes que pueden conllevar riesgo para las conductas agresivas y que participan en procesos biológicos relacionados con el desarrollo y la función del sistema nervioso central, la señalización intercelular y el mantenimiento de las funciones celulares, ha dicho Fernàndez.
"Es probable que algunos genes determinados funcionen como nodos importantes de las redes génicas de predisposición al comportamiento violento, y probablemente estarían muy relacionados con otros genes con un papel más secundario", ha sostenido la investigadora.
Ha explicado que si alguno de estos genes centrales está alterado, podría afectar al resto de genes y dar lugar al "fenotipo agresivo", ha señalado.
DEL TDAH A LA DEPRESIÓN MAYOR
La investigación también revela una base genética compartida entre la agresividad en niños y adultos y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y entre agresividad en adultos y la depresión mayor.
En cambio, no ha constatado ninguna correlación genética con trastornos psiquiátricos --esquizofrenia, trastorno bipolar, autismo o estrés postraumático--, de forma que todo indica que estas patologías no compartirían factores genéticos de riesgo con la agresividad.
El protocolo experimental del estudio ha combinado diversos análisis que evalúan las bases genéticas de la agresividad desde diferentes perspectivas: en el caso de los humanos, diversos estudios de asociación a escala genómica y datos transcriptómicos que señalan alteraciones de la expresión génica.