MADRID, 1 Sep. (EUROPA PRESS) -
Somos lo que pensamos. Es la gran confusión. Nos levantamos y empezamos a pensar y a reaccionar a lo que vamos pensando con emociones. Nos ponemos tristes o alegres, por ejemplo, en función de lo que hemos pensado, defiende la doctora en Psicología Jenny Moix en una entrevista con Infosalus, con motivo de la publicación de ‘Mi mente sin mi’ (Aguilar).
La experta sugiere, para comprobarlo, un simple ejercicio: cerrar los ojos durante dos minutos y ver qué pasa, estar atento sólo a la respiración. “No puedes hacer esto. Es imposible porque te van entrando pensamientos, como qué es lo que voy a comer, o lo que me dijo ese compañero ayer, por ejemplo”, advierte.
Según apunta, los pensamientos que entran en tu cabeza sin pedir permiso, que te saltan y entran sin avisar. “Es lo que se llama ‘la mente’ o ‘mente del mono’ en budismo porque las ideas que tenemos son como los monos que saltan de rama en rama, mientras que los pensamientos de idea en idea. Pero hay otra parte de ti en este ejemplo que se da cuenta de que entra un pensamiento y lo aparta, que no es el pensamiento, llamado el ‘yo observador’ o parte que observa”, explica.
Así, Moix indica que cada persona tiene dos partes: ‘la mente del mono’ o aquellos pensamientos que hacen lo que quieren, nos saltan, y nos hacen reaccionar con emociones, y por otro lado el ‘yo observador’, que observa o que se da cuenta de lo que se piensa. “Como hay esta parte se ve claro que no somos lo que pensamos”, subraya.
La también profesora titular de la Universidad Autonoma de Barcelona llama la atención sobre el hecho de que cuando estamos tranquilos y relajados surge en nosotros “una parte sabia” que quizá nos dice que trabajamos demasiado, pasamos poco tiempo con nuestros hijos, que es más importante el amor que el dinero, o que debemos de hacer un poco de deporte, por ejemplo.
¿POR QUÉ GESTIONAR NUESTROS PENSAMIENTOS?
Para preservar nuestra salud dice que es importante controlar nuestros pensamientos porque, según resalta, “estos provocan emociones que, a su vez, generan reacciones fisiológicas que afectan a nuestro cuerpo llegando a generar enfermedad en algunos casos”.
La doctora en Piscología subraya que el ejemplo más simple es al tener un pensamiento triste, que nos hace llorar. “Los pensamientos generan emociones, que no son más que hormonas y neurotransmisores que afectan a toda nuestra salud, van por todo nuestro cuerpo, por todas las células. Y por ejemplo el estrés, que viene por pensamientos, está ligado a enfermedades cardíacas. Igual que la depresión, que también se genera por pensamientos”, remata la catalana.
A su vez, sostiene que la felicidad, el bienestar y el exito, como dice la autora citando a William James, no dependen tanto del cociente intelectual como de la inteligencia emocional. Es decir, tiene que ver sobre todo de la capacidad de conocer nuestras emociones y las de los demas.
¿CÓMO CONDUCIR LOS PENSAMIENTOS?
La psicóloga insiste en que esta parte sabia es nuestra parte que debería relacionarse con este ‘mono travieso’ para conducir los pensamientos. En camnbio, lamenta que la sociedad actual viva al revés, y ese mono travieso haga con nosotros lo que quiere.
“No se trata de que el mono se mire a sí mismo, sino se trata de que mantengamos una mejor relación con nosotros mismos para poder tener mejores relaciones con los demás. Las personas normalmente dicen que quiero relacionarme mejor con mis amigos, mis hijos y mi jefe, pero si esta persona no se relaciona bien consigo misma todas las demás relaciones van mal. La relación más esencial es la que tenemos nosotros con nosotros mismos”, recalca.
Por ello, recomienda ‘observarse mucho y creerse poco’, “observarse sin juzgarse, desculpabilizando, y atendiéndonos sólo lo necesario”. “Si por ejemplo te pones de mal humor y te paras a pensar en ello, lo más probable es que no te dejes llevar, aunque te surja algún pensamiento. Los pensamientos tienen tanta fuerza en ti porque te los crees al 100%. Lo que piensas tú te lo crees al 100%, mientras que puedes llegar a dudar de los del resto. Y muchas de las cosas que pensamos son ridículas, son suposiciones, que muchas veces nos llevan a equivocarnos. Enseguida nuestro cerebro hace suposiciones, siempre, y muchas veces no son ciertas, y es inevitable que las hagas, por eso hay que trabajar el obsérvame mucho y créeme poco”, destaca la especialista.