MADRID, 18 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un estudio genético a gran escala ha proporcionado una fuerte evidencia de que el desarrollo de resistencia a la insulina --un factor de riesgo para la diabetes tipo 2 y ataques cardiacos y una de las principales consecuencias adversas de la obesidad-- resulta del fracaso de almacenar con seguridad el exceso de grasa en el cuerpo.
Comer en exceso y la falta de actividad física en todo el mundo ha llevado a niveles crecientes de obesidad y una epidemia global de enfermedades como la patología cardiaca, el accidente cerebrovascular y la diabetes tipo 2. Un proceso clave en el desarrollo de estas enfermedades es la resistencia progresiva del cuerpo a las acciones de la insulina, una hormona que controla los niveles de azúcar en la sangre.
Cuando el cuerpo se vuelve resistente a la insulina, los niveles de azúcar en la sangre y los lípidos aumentan, incrementándose el riesgo de diabetes y enfermedades del corazón. Sin embargo, no está claro en la mayoría de los casos cómo surge la resistencia a la insulina y por qué algunas personas se vuelven resistentes, sobre todo cuando tienen sobrepeso, mientras que otras no.
Un equipo internacional liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, estudió más de dos millones de variantes genéticas en casi 200.000 personas para buscar enlaces a la resistencia a la insulina. En un artículo publicado en 'Nature Genetics', informan de 53 regiones del genoma asociadas con la resistencia a la insulina y un mayor riesgo de diabetes y enfermedades del corazón; con sólo 10 de estas regiones que se han vinculado previamente a la resistencia a la insulina.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio de seguimiento con más de 12.000 participantes en los estudios 'Fenland' y 'EPIC-Norfolk', cada uno de los cuales les sometió a un escáner corporal que muestra depósitos de grasa en diferentes regiones del cuerpo. Así, encontraron que tener un mayor número de las 53 variantes genéticas para la resistencia a la insulina se relacionó con presentar menores cantidades de grasa debajo de la piel, en particular en la mitad inferior del cuerpo.
El equipo también encontró un vínculo entre poseer un mayor número de las 53 variantes de riesgo genético y una forma severa de resistencia a la insulina caracterizada por la pérdida de tejido graso en los brazos y las piernas, conocida como lipodistrofia parcial familiar tipo 1. Los pacientes con lipodistrofia son incapaces de desarrollar adecuadamente tejido graso al comer demasiado, y a menudo desarrollar diabetes y enfermedades del corazón como resultado.
En los experimentos de seguimiento en células de ratón, los investigadores fueron capaces de demostrar que la supresión de varios de los genes identificados (incluyendo CCDC92, DNAH10 y L3MBTL3) resultan en una capacidad disminuida para desarrollar células de grasa madura.
EL RELEVANTE PAPEL DEL TEJIDO GRASO PERIFÉRICO
"Nuestro estudio proporciona evidencia convincente de que una incapacidad genéticamente determinada para almacenar la grasa debajo de la piel en la mitad inferior del cuerpo está vinculada a un mayor riesgo de enfermedades como la diabetes y las patologías del corazón", subraya el doctor Luca Lotta, del Consejo de Investigación Médica (MRC, por sus siglas en inglés) de la Unidad de Epidemiología de la Universidad de Cambridge.
"Nuestros resultados ponen de relieve el papel biológico importante del tejido graso periférico como un depósito del excedente de energía debido a comer en exceso y la falta de ejercicio físico", añade este investigador.
"Hemos sospechado durante mucho tiempo que los problemas con el almacenamiento de grasa podrían llevar a su acumulación en otros órganos como el hígado, el páncreas y los músculos, donde provoca la resistencia a la insulina y, finalmente, la diabetes, pero la evidencia de esto proviene principalmente de formas raras humanas de lipodistrofia --matiza el profesor Sir Stephen O'Rahilly de la Unidad de Enfermedades Metabólicas del MRC y los Laboratorios de Investigación Metabólicos de la Universidad de Cambridge--. Nuestro estudio sugiere que estos procesos también tienen lugar en la población general."
Comer en exceso y ser físicamente inactivo lleva al exceso de energía, que se almacena como tejido graso. Este nuevo trabajo sugiere que entre los individuos que registran niveles similares de alimentación y ejercicio físico, los que son menos capaces almacenan el excedente de energía como grasa en el cuerpo periférico, como las piernas, corren mayor riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, diabetes y enfermedades cardiovasculares que aquellos que son capaces de hacerlo.
"Las personas que llevan las variantes de riesgo genético que hemos identificado almacenan menos grasa en las áreas periféricas --dice el profesor Nick Wareham, también de la Unidad de Epidemiología del MRC--. Pero esto no significa que estén libres de riesgo de la enfermedad, porque cuando su consumo de energía excede al gasto, el exceso de grasa es más probable que se almacene en depósitos insalubres. La clave para evitar los efectos adversos es mantener el equilibrio energético limitando de la ingesta de energía y maximizando el gasto a través de la actividad física".
Estos nuevos hallazgos pueden conducir a futuras mejoras en la forma de prevenir y tratar la resistencia a la insulina y sus complicaciones. Los investigadores ahora están colaborando con otros socios académicos así como de la industria con el fin de encontrar las fármacos que puedan reducir el riesgo de la diabetes y del ataque del corazón apuntando a las vías identificadas.