MADRID, 27 May. (EDIZIONES) -
El olfato es el sentido más desconocido, Pero tiene unas propiedades únicas. ¿Sabías que hay personas que no huelen o que sólo detectan determinados olores? ¿Y que el sabor lo percibimos gracias al olfato? Además, la genética es determinante en el sentido olfativo. También, el propio olor corporal nos informa sobre algunas de las cosas que comemos, bebemos o incluso de algunos problemas metabólicos (como el estrés) o sobre alguna enfermedad que sufrimos, como la diabetes, la hipertensión, la desnutrición, la obesidad, o algunos tipos de cáncer y algunas enfermedades infecciosas.
Así lo descubren Laura López-Mascaraque (CSIC) y José Ramón Alonso (Universidad de Salamanca) en '¿Qué sabemos de? El Olfato' (CSIC-Los libros de la Catarata), un libro divulgación científica y apto para todos los públicos en el que se desgranan las principales características de este sentido tan importante.
Para poder entender más características de este sentido es necesario conocer cómo se respira. En una entrevista con Infosalus, López-Mascaraque explica que, con cada inhalación de la respiración, un soplo nuevo de aire entra en la nariz y llega hasta los receptores olfatorios, que están recubiertos de un mucus donde se disuelven las moléculas volátiles que estaban suspendidas en el aire y que interaccionan con las moléculas receptoras que están en la parte aplicar de la neurona olfatoria, en su extremo abierto al medio externo.
Según destaca la investigadora del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid, los humanos tenemos más glándulas productoras de olor corporal que cualquiera de los grandes simios, las especies más próximas a nosotros. "Curiosamente insistimos en eliminar nuestros olores aunque pagamos altos precios por perfumes que contienen sustancias sexualmente atrayentes de ciervos o castores", sostiene.
COSAS QUE NO SABÍAS DEL OLFATO:
La presidenta de la Red Olfativa Española enumera algunas de las curiosidades más impactantes de este sentido tan vital para la vida humana:
· El olfato nunca descansa, a no ser que se esté muy constipado y no llegue nada. "Incluso cuando dormimos olfateamos", alerta.
· El 80% del sabor se da a través del olfato. Con el sentido del gusto puedes saber si es dulce, salado, agrio, ácido o umami con las papilas gustativas que determinarán esos sabores, pero el sabor en sí lo da el olfato. Se puede probar a comer algo con la nariz tapada y sólo se notará si es amargo, ácido, salado o dulce pero nada más. "Es como un gusto a distancia" porque la nariz es sensible tanto a los olores que inhala como a los que proceden de la boca. La mayor parte de lo que llamamos sabor tiene que ver, en realidad, no con el gusto, sino con el olfato. Por eso los sabores parecen desvanecerse cuando estamos resfriados.
· Todos tenemos una huella olfativa, excepto los gemelos idénticos, que desprenden el mismo olor: "Hay grupos de investigación que están analizando si es posible detectar la huella olorosa de una persona para conocer, por ejemplo, donde pudo estar una persona en un crimen", indica López-Mascaraque.
· "Es muy precoz", pues los primeros vestigios del sistema olfatorio se distinguen antes que otros. Además, "es muy plástico", puesto que las neuronas sensoriales olfatorias se renuevan constantemente durante toda la vida, siendo la única población neuronal donde eso sucede. Asimismo, la mucosa olfatoria está muy expuesta, pues las neuronas están directamente abiertas al medio externo, lo que en teoría las hace una diana fácil para virus, bacterias y hongos que llegan suspendidos en el aire. Para algunas enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, se ha llegado a plantear que el problema estaría causado por una infección que alcanzaría el encéfalo entrando por la ruta olfatoria.
· Además, un trastorno del olfato puede ser señal temprana en fases precoces de distintas enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer antes citado, y el Parkinson. De hecho, en la enfermedad de Alzheimer existe un trastorno olfativo del 85-90% de los pacientes. En el Parkinson, el 90% de pacientes presentan alteraciones de olfato.
· La forma en la que olemos tiene un fuerte componente genético. "Teniendo en cuenta que tenemos un gran número de genes que codifican para los distintos receptores olfativos. Es increíble que para los seres humanos 400 genes implicados en oler, el 5% del genoma se dedica a oler. Y tiene fuerte componente genético.
· Abraham Tamir (2012) clasificó las narices en 14 tipos de acuerdo con su forma, desde la griega (recta) , a la nariz de águila (como un gancho hacia abajo, fina), pero en realidad ésta adquiere su forma en función de los cartílagos y huesos nasales, que varían dependiendo de las características propias de la diversidad humana. Incluso puede responder a una adaptación climática al frío. De hecho, las cavidades nasales de personas originarias de zonas frías y secas son más altas y poseen un diámetro mayor en su parte superior que las de habitantes de zonas cálidas y húmedas. Este rasgo anatómico aumenta el recorrido del aire entrante para conseguir que se adapte con rapidez a la temperatura corporal.
· Hay personas a las que les gustan unos olores y a otras otros, de igual forma que a unas personas les gustan unos colores o sabores u otros. "Cada uno tiene sus preferencias, basadas en la parte genética y también en la parte cultural", subraya la experta.
· Tenemos de cinco a seis millones de neuronas sensoriales olfativas en el epitelio olfativo de cada fosa que son reemplazadas cada 40-60 días por neuronas nuevas. Por tanto, la capacidad para recordar olores es "sorprendente" si se tiene en cuenta que estas neuronas tienen una vida media de 60 días y, tras su muerte, son reemplazadas por otras células nerviosas que deben establecer de nuevo las sinapsis correctas.
· "No se ha demostrado científicamente que el fumar perjudique el olfato a largo plazo", indica López-Mascaraque. Eso sí, alerta de que lo que sí perjudica y "de por vida" a este sentido son todos los sprays nasales con corticoides.
· El olfato se pierde también con la edad, como el resto de sentidos. "No conocemos cuál es el umbral olfativo humano; cuando vas al oculista sabes las dioptrías, pero no hay un umbral olfativo en humanos", apostilla. Así, en un estudio realizado con personas sanas a las que se pone una batería de olores comunes, las que están entre 20 y 40 años detectan en torno al 50-75% de los olores, mientras que el porcentaje de las que están entre 50 y 70 años disminuye al 30-45%. La pérdida de sensibilidad olfatoria no es algo que genere gran preocupación, aunque se piensa que disminuye la calidad de vida, la sensación de placer y el disfrute de la comida.
· Los perros son capaces de detectar algunos tipos de cáncer dentro de un grupo de personas gracias al olfato.
· De pequeños aprendemos los colores pero nadie nos enseña los olores y lo que hacemos es ponerles el nombre de lo que vemos. "Sería bueno tener una cultura olfativa y aprender los olores porque si se está unos meses aprendiendo olores básicos se es capaz de coger una copa y ponerle el nombre a los olores", añade.
· Los olores corporales juegan un papel "importante" en la búsqueda de pareja y en las relaciones familiares, en particular en las interacciones entre la madre y el hijo. Los bebés son capaces de identificar el olor corporal de su madre y las madres igualmente reconocen el olor de su bebé. El 90% de madres identifican el pijama de su bebé, de entre tres opciones, tras haberlo llevado puesto sólo 10 minutos.
· ¿Cómo será el olfato en el futuro? "Creo que sí se podrán enviar olores en el futuro, como ahora mensajes de voz o imágenes. Actualmente, en tecnología olfativa existen los generadores de aromas, los grabadores de olores y las narices electrónicas, que por ejemplo son las que medirían el nivel de contaminación que hay en una ciudad".