MADRID, 23 Ene. (EDIZIONES) -
El mundo de los microorganismos o microbios es invisible a los ojos. En él, las bacterias y los virus son los responsables de muchas de nuestras enfermedades. Pero los patógenos (los que producen enfermedades) son una minoría. La inmensa mayoría de los microorganismos son seres vivos beneficiosos y esenciales para nuestra vida.
Los microbios están por todas partes y, gracias a ellos, es posible la vida en el planeta. Estos tienen muchísimas funciones. Por ejemplo, se encargan de la fijación del nitrógeno en las plantas. Actualmente son empleados en la producción de alimentos y también en la de medicamentos. Pero también están en nuestro propio cuerpo y conforman lo que se llama la 'microbiota' (conjunto de microorganismos que se encuentran en las distintas partes de nuestro organismo), y nos ayudan a mantener una buena salud.
En concreto, pueden encontrarse en todas aquellas partes que están en comunicación con el 'mundo exterior', como puede ser nuestra piel, en nuestra boca, en la vagina, pero también en el intestino.
"Desde el momento en el que nacemos recopilamos los microorganismos que nos acompañarán toda la vida. Se cree que el bebé nace estéril pero desde el parto ya es colonizado por los microorganismos de la madre, y en sus primeros días por los de los familiares", subraya en una entrevista con Europa Press Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra.
Así, el experto precisa que la microbiota dependerá de cada persona. "Es como que cada persona tiene su propia huella de microbios", indica. De hecho, sostiene que por cada célula hay un microbio, que además recuerda que tiene una función saludable. "Gracias a ellos mantenemos la salud", apostilla.
CÓMO ES ESE MUNDO INVISIBLE
Pero, ¿cómo es ese mundo invisible de los microorganismos? El catedrático en Microbiología indica que hay distintos estudios, y lo "más optimistas" hablan de que tenemos por cada célula, diez células microbianas.
"El 90% de lo que somos son microbios. Hay miles de especies en nuestro organismo. Tienen funciones como por ejemplo la de activar nuestras defensas. Nosotros en nuestros intestinos tenemos por todas partes microorganismos buenos, por ejemplo. Y está comprobado que, cuando se alteran, por las razones que sean, pueden afectar mucho a nuestra fisiología. Por ejemplo, se relacionan con la obesidad o con las enfermedades como el alzheimer, o el autismo", agrega.
En este contexto, el profesor de la Universidad de Navarra distingue cuáles son los distintos tipos de microorganismos que nos rodean: principalmente las bacterias y los virus.
"Se trata de microbios, una palabra general para hablar de ser vivo microscópico. Ya dentro de estos, primero tenemos las bacterias, que son células muy sencillas, comparadas con las nuestras son muy pequeñas, y sin núcleo", agrega. Dentro de éstas, recuerda que hay bacterias buenas pero también malas. "La inmensa mayoría tienen una función beneficiosa", aclara el profesor de la Universidad de Navarra.
Después, prosigue López-Goñi, se encontrarían los virus. "Son agentes patógenos, no son células, que inyectan su genoma en cualquier célula, y la infectan. Son como piratas de las células. Una vez que entran dentro lo que hacen es dar una orden para producir virus, colonizan la célula, y ese efecto es el que hace que la célula produzca un efecto patógeno", aprecia, señalando que, si por ejemplo infectan a las células del hígado, por ejemplo, provocarán una hepatitis.
Con todo ello, el especialista destaca que los microorganismos tienen ese "lado oscuro", el de generar patologías, enfermedades infecciosas, y cita el llamativo caso del cáncer, del que se ha comprobado que "un 15% de los casos registrados por esta enfermedad están producidos por virus o bacterias, como es en el caso del cáncer de hígado, de estómago o de los papilomas".
Por otro lado, resalta que la ciencia ha avanzado tanto que hoy en día se emplean en la producción de alimentos y de medicamentos. "También los microorganismos se usan para procesos biotecnológicos, como en la producción de alimentos, en la de medicamentos, incluso para la terapia génica o la ingeniería biomédica", indica.
LA IMPORTANCIA DE LA HIGIENE
Finalmente, López-Goñi resalta la importancia de mantener una buena higiene corporal para evitar la transmisión de patógenos de una persona a otra por contacto directo, aunque tampoco en exceso porque también puede ser contraproducente (generalmente los microorganismos nos ayudan a regular nuestra salud).
"A veces oímos recomendaciones que nos pueden resultar absurdas, como el que hay que lavarse las manos para evitar la gripe, pero es verdad que en nuestras manos pueden alojarse muchos patógenos por contacto directo. Por ello, es recomendable lavarse las manos con asiduidad, aunque tampoco en exceso. También dependerá mucho la profesión de la persona. Si se es médico, habrá que enjabonarse las manos más frecuentemente", sentencia.