CHICAGO 3 Jun. (Del enviado especial de EUROPA PRESS, Salvador Alcaide) -
Investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) pueden haber puesto fin a un largo debate existente en el mundo de la Oncología sobre la conveniencia de administrar de forma intermitente la terapia hormonal en pacientes con cáncer de próstata metastásico, tras haber comprobado que su uso continuado mejora en dos años la supervivencia en pacientes con la enfermedad poco diseminada y ofrece resultados similares en el caso de los tumores más extendidos.
Así se desprende de los resultados de un estudio presentado en el último Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO, en sus siglas en inglés) que se está celebrando en Chicago (EE.UU), que según su autor, el profesor de Urologia Maha Hussain, "va a hacer cambiar la práctica clínica de muchos médicos que actualmente optan por un tratamiento intermitente.
Los tumores de próstata están relacionados con niveles elevados de determinadas hormonas masculinas, en especial la testosterona, de ahí que la terapia hormonal se use en estos pacientes para frenar su producción y con ello detener el crecimiento del cáncer.
No obstante, estos tratamientos se han asociado a determinados efectos secundarios que acaban afectando a la calidad de vida de estos pacientes, como una falta de apetito sexual, náuseas y aumento de peso, lo que hace que muchos médicos optaran por detener y retomar el tratamiento de forma periódica a fin de disminuir tales efectos y retrasar posibles resistencias al tratamiento.
Esta estrategia estaba respaldada por diferentes estudios que analizaban su eficacia, con el inconveniente de que ninguno de ellos se centró en el subgrupo de tumores metastásicos. Para ello, este estudio financiado por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos reclutó a más de 1.500 pacientes que fueron seleccionados aleatoriamente para ser sometidos a un tratamiento continuado o intermitente.
Tras una mediana de seguimiento de 9,2 años, la supervivencia global en los hombres cuya enfermedad apenas se había diseminado por la columna vertebral, la pelvis y los ganglios linfáticos fue de 7,1 años de media para quienes recibieron la terapia continuada y de 5,2 años en quienes recibieron la terapia intermitente.
Asimismo, en aquellos casos con una propagación de la enfermedad más amplia, la supervivencia media global fue similar en ambos grupos (4,4 años para el grupo de tratamiento continuo y 5 años para el grupo intermitente).
"Algunos médicos recomiendan la terapia hormonal intermitente creyendo que van a reducir el riesgo de efectos secundarios en sus pacientes", según ha reconocido Hussain, quien ha admitido que esta pauta de tratamiento "lo que hace realmente es ponerlos en una clara situación de desventaja".