MADRID, 18 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un estudio realizado por investigadores de Lifespan y publicado este mes en 'Experimental and Clinical Psychopharmacology', una publicación de la Asociación Psicológica Americana, ha demostrado el impacto del alcohol en la capacidad de razonar y resolver problemas, por el que algunas personas creen estar mejor de lo que están para conducir tras tomar unas copas de más.
Este trabajo, dirigido por el investigador Peter J. Snyder, vicepresdiente de investigación para Lifespan, es el primero en estudiar cómo cambian estas habilidades cognitivas durante la subida y el descenso de los niveles de concentración de alcohol en sangre y relaciona estos niveles y cómo la autoevaluación de la recuperación difiere de la recuperación real.
Los accidentes de tráfico relacionados con el alcohol matan a unos 17.000 americanos cada año, lo que equivale a una muerte cada media hora. Un aumento de la concentración de alcohol en sangre (BAC, por sus siglas en inglés) del 0,02 por ciento dobla el riesgo relativo de que un vehículo de motor tenga un accidente entre los varones de 16 a 20 años. Este riesgo aumenta cerca de 52 veces cuando el BAC está entre 0.08 y 0.10 por ciento, los limites legales de muchos estados del país norteamericano.
Hasta ahora, había pocos estudios que ayudaran a comprender cómo la percepción de los bebedores y sus habilidades cognitivas se veían impactadas tanto en la subida de los niveles de BAC como en su descenso.
Para este trabajo, el equipo de Snyder desarrolló un test a través del que se puede observar el aumento y descenso de los niveles de BAC y analizar su impacto en las funciones necesarias para conducir.
A través de un estudio controlado con placebo y realizado sobre un grupo de universitarios, los investigadores compararon las sensaciones subjetivas que indicaban a estos individuos su nivel de borrachera y su habilidad para resolver un test de laberinto aprendiendo unas reglas mientras que sus niveles de BAC subían y caían durante un periodo de ocho horas.
En concreto, los autores de este trabajo preguntaron a los participantes si consumían bebidas alcohólicas durante el periodo de ocho horas en el que su concentración de alcohol en sangre (BAC, por sus siglas en inglés) sube hasta el 0,10 por ciento y baja después para situarse en niveles normales.
MÁS ALCOHOL, MÁS ERRORES
Durante el ascenso y descenso de la curva de BAC, se les pidió a estos individuos realizar un test de aprendizaje en una pantalla táctil. En condiciones normales, sin alcohol, los individuos jóvenes y sanos cometían muy pocos errores en laberinto en el que se basaba este test. Los errores son un indicativo de fallo para seguir reglas simples que han aprendido.
Sin embargo, según observaron estos investigadores, estos errores aumentaban de forma drástica cuando subían los niveles de BAC y su nivel de propensión a incumplir las normas simples del test no bajaba tan rápido como aparecía en estos individuos la sensación subjetiva de estar borrachos.
Según Snyder, profesor de Neurología de la Facultad de Medicina Warren Alpert, de la Universidad Brown, "la novedad de este estudio es que hemos descubierto que las funciones básicas que se ven afectadas por el alcohol, como la velocidad motora o la rapidez con la que se procesa la información, no se recuperan después de beber tan rápidamente".
"La sensación subjetiva de estar borracho desaparece más rápidamente. Esto explica por qué tantos individuos creen que pueden conducir con seguridad tras haber consumido alcohol. Pero esa impresión subjetiva difiere de la recuperación real que se esta produciendo en términos de una mayor orden de las funciones ejecutivas", concluyó.