MADRID 26 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los valores atípicos en el número de casos de enfermedades parecidas a la gripe que dieron negativo en las pruebas de gripe estuvieron presentes en las redes mundiales de vigilancia de la gripe al principio de la pandemia de COVID-19, una media de 13,3 semanas antes de los primeros picos de COVID-19 notificados en 16 de los 28 países incluidos en un nuevo estudio publicado en 'PLOS Medicine'.
Los sistemas de vigilancia son importantes para detectar cambios en los patrones de la enfermedad y pueden actuar como sistemas de alerta temprana para los brotes de enfermedades emergentes. El Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe (SMVRG) de la OMS es una red de centros y laboratorios de 123 Estados miembros de la OMS que recogen muestras respiratorias para analizar la gripe.
Los datos de estos laboratorios están disponibles a través de FluNet, una herramienta basada en la web para el seguimiento de las tendencias de la gripe.
En el nuevo estudio, Natalie Cobb, de la Universidad de Washington (Estados Unidos), y sus colegas evaluaron los valores atípicos de las ILI negativas a la gripe en 2020 en comparación con las tendencias de los cinco años anteriores entre 28 países con una vigilancia establecida de las ILI y una alta incidencia de COVID-19.
El equipo descubrió que en 16 países, los valores atípicos en este conjunto de datos precedieron a los primeros picos de COVID-19 notificados con un retraso medio de 13,3 semanas. Los primeros valores atípicos se produjeron durante la semana del 13 de enero de 2020 en Perú, Filipinas, Polonia y España.
En los Estados Unidos y el Reino Unido, los valores atípicos en el conjunto de datos se detectaron en la semana del 9 de marzo de 2020, entre 4 y 6 semanas antes de la primera semana del pico de COVID-19 notificado. En algunos países se observaron tiempos de retraso de más de 20 semanas.
Los investigadores afirman que estos valores atípicos pueden representar una propagación no detectada de COVID-19 a principios de 2020, aunque una limitación es que no fue posible evaluar la positividad de SAR-CoV-2 durante este tiempo.
Los resultados "ponen de relieve la importancia de reforzar las redes de vigilancia rutinaria de las enfermedades para mejorar la capacidad de identificar nuevas enfermedades e informar sobre las respuestas de salud pública a escala mundial", afirman los investigadores.
Cobb añade que "en el primer año de la pandemia de COVID-19, encontramos aumentos en los casos de enfermedades respiratorias no relacionadas con la gripe antes de los primeros brotes importantes de COVID-19, lo que sugiere que COVID-19 puede haberse propagado mucho más rápido de lo que se informó inicialmente a nivel mundial".
"Proponemos utilizar el seguimiento automatizado de las enfermedades respiratorias en las redes de vigilancia existentes para identificar nuevos brotes en tiempo real como un tipo de sistema de alerta temprana", sugiere.