Valeria Sabater, psicóloga: "No sabemos si Putin o Trump tienen algún problema de personalidad, pero apuntan a ello"
MADRID, 30 Jun. (EDIZIONES) -
Valeria Sabater es psicóloga y técnica especialista en Psiquiatría y experta en trastornos emocionales y autora de la ‘La Mente es maravillosa’, que ha publicado recientemente ‘La Neurociencia de la Venganza’ (La Esfera), un manual que desentraña "la anatomía de un fenómeno que domina nuestro mundo", pero que igualmente representa un "tema tabú" en nuestra sociedad.
Comienza el libro con una cita de Albert Einstein: ‘Las personas débiles se vengan. Las fuertes perdonan. Las personas inteligentes ignoran’. ¿Por qué? Según nos explica, este científico estaba súper acertado con estas palabras al referirse a la venganza porque, tal y como reseña Sabater, cuando hablamos de venganza lo vemos como algo asociado principalmente a la agresividad, algo comportamental, cuando en realidad se trata de una emoción más.
"Es una emoción que es reactiva, es decir, que experimentamos cuando sufrimos una agresión o injusticia, por lo que es normal sentir en algún momento puntual de la vida el deseo de venganza. No somos malas personas por ello, porque hemos sufrido un daño, y lo que quiere el cerebro en ese momento es que actuemos, igual que cuando tenemos ira. Pero hay que hacer una conducta ajustada, y que no genere más violencia", agrega.
Así, defiende que Einstein, en sí mismo, es muy acertado con estas afirmaciones porque somos una sociedad que nos cuesta perdonar: "‘Está bien, no perdones, pero hay que aceptar y regular la situación’, y es lo que dice Einstein con esta cita. No perdones, pero avanza, no le des mucha importancia, acude a la justicia y no intensifiques los propios ciclos de violencia".
Por eso, esta psicóloga y técnica especialista en Psiquiatría hace hincapié en que la venganza es "parte de nuestro equipaje ideológico", es una emoción. "El problema de nuestra sociedad es que confundimos justicia con venganza, sobre todo a nivel cultural. En Estados Unidos se ve mucho y en países de Oriente medio", remarca.
NOS DA PLACER
Además, reseña que la venganza nos da placer porque forma parte de nuestro equipaje biológico, de manera que cuando sufrimos una injusticia, nuestro cerebro quiere que actuemos: "Cuando lo hacemos, nos refuerza con endorfinas, y entonces está asociado al placer, a las emociones. Así, cuando sufrimos una injusticia sentimos rencor, odio y es ira, las tres emociones de la ‘triada oscura de la venganza’; entonces, quienes regulan más esas emociones lo más seguro es que acaben en conductas más agresivas, mientras que quienes regulan bien lo más seguro es que terminen con conductas más ajustadas".
Pero también pasa muchas veces que reprimimos el odio, la ira, y en esencia, el deseo de venganza, y finalmente deriva todo en un proceso traumático, advierte esta autora. ¿Podemos, en consecuencia, y debemos controlar nuestras ansias de venganza? Pues recuerda que se emplea como método en muchas ocasiones para hacer justicia: "Muchísimas personas lo confunden completamente y se dejan llevar por los impulsos y al final emiten conductas agresivas. La venganza, sobre todo, está relacionada con nuestro lugar de nacimiento, con nuestra cultura", afirma.
De hecho, menciona que habitualmente las culturas vengativas son las culturas de honor, colectivos en los que ‘si tú me haces algo y atentas contra mi dignidad e integridad tengo derecho a defenderme’, como sucede en Oriente Medio o Estados Unidos, muy tendentes a vengarse, tal y como a su juicio está sucediendo en el conflicto palestino israelí, donde confunden la justicia con la venganza, o como sucedió con el 11-S en Estados Unidos.
También a la hora de que una persona se vengue o no influye, según continúa Valeria Sabater, el tipo de personalidad. "Se ha visto mucho que quienes son más impulsivas, quienes regulan más emociones, tienen más ansias de poder. Perfiles narcisistas o psicopáticos son más tendentes a la violencia; entonces, es un elemento multifactorial", agrega.
QUÉ SUCEDE CON TRUMP O CON VLADIMIR PUTIN
¿Qué pasa en el caso de los psicópatas, de los que dice que procesan la venganza de manera diferente? Y además se pregunta en este caso concreto sobre la figura de Vladimir Putin: "No sabemos todavía qué perfil mental tiene Putin o incluso Trump, referenciales a la hora de ver conductas vengativas. Sí se asocian a líderes más autoritarios, y que vemos que emiten en la sociedad comportamientos menos éticos. Putin o Trump no sabemos si tienen algún problema de personalidad, pero apuntan a ello".
Aquí refleja Sabater que, por lo general, las personas con un perfil psicopático tienen una empatía instrumental, es decir, que la emplean para obtener algo a cambio, y no porque sientan tus emociones, o tengan compasión de ti. "Este tipo de empatía es muy característica de los narcisistas y, en esencia, de la triada oscura de la personalidad antes contada. No sabemos si Trump o Putin evidencian estas particularidades, pero por sus comportamientos y, por la manera en cómo lideran los países, apuntan a ello", añade.
Respecto a Trump recuerda lo que dicen los analistas a este respecto, y de hecho le dedica un epígrafe en su libro. Es más, reconoce que en esta materia "es inevitable no mencionarle" entre sus páginas porque defiende constantemente que es víctima de una persecución judicial, y no duda en amenazar a quienes le han llevado a los tribunales con la venganza, si logra de nuevo la presidencia de Estados Unidos.
"De hecho, se han hecho estudios y se han diferenciado dos tipos de mentalidades, la mentalidad Trump, una persona impulsiva, con ansias de poder, que regula mal las emociones y que incluso a nivel neurológico, tiene una amígdala más hiperactiva, que es la que detecta las amenazas; son personas que ven amenazas en todos los sitios y quieren reaccionar antes de hora; son personas con un perfil muy característico, con ansias de poder y que apunta a un narcisismo muy oscuro", resalta esta psicóloga.
¿HAY SOLUCIÓN PARA LAS GUERRAS EN MARCHA?
Con todo ello, le preguntamos por la posible solución de los conflictos bélicos ahora en marcha en Ucrania o Palestina, y aquí aboga por la educación y por un cambio en las sociedades.
"Para acabar no solo con la venganza sino con las conductas agresivas deberíamos reiniciar el mundo por completo y hacerlo de otra manera. No podemos cambiar la naturaleza humana y de ahí que los contexto sociales, educacionales y familiares sean lo más importante. Se debería transmitir una mejor gestión emocional, y hacer entender que la agresividad y la venganza no sirven de nada porque acentúan más los propios ciclos de violencia", defiende.