MADRID 7 Jun. (EUROPA PRESS) -
Uno de los síntomas más frecuentes del síndrome antifosfolípido (SAF), una enfermedad autoinmune sistémica que se caracteriza por la producción de autoanticuerpos (AAF) que actúan contra componentes de las propias células o tejidos, son las complicaciones durante la gestación, pero, con una adecuada planificación, un estrecho seguimiento y con la terapia habitual se logra el éxito del embarazo en el 70 por ciento de los casos, según precisa la reumatóloga de la Clínica Universidad de Navarra, la doctora Mª José Cuadrado.
No obstante, y aunque sea mucho menos frecuente, el síndrome antifosfolípido también puede afectar a la edad pediátrica. En concreto, se estima que en este grupo el SAF tiene una incidencia de 2,5 casos por 100.000 niños. La presencia de anticuerpos antifosfolípidos también puede relacionarse con otros síntomas, como trombocitopenia, valvulopatía cardiaca, epilepsia o mielitis transversa.
En la mitad de los casos el síndrome antifosfolípido está asociado a otras enfermedades reumáticas autoinmunes, siendo la más frecuente el lupus. "Es muy importante que el seguimiento de los pacientes con SAF se lleve a cabo por un equipo multidisciplinar con experiencia y que esté compuesto por un reumatólogo, un hematólogo y un obstetra, en el caso de pacientes embarazadas", indica la doctora Cuadrado.
"En niños son más frecuentes y recurrentes las trombosis venosas y las manifestaciones no trombóticas; así como las formas graves como el antifosfolípido catastrófico por lo que es clave el diagnóstico y tratamiento precoz", apunta la doctora Eugenia Enríquez, del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario 12 de Octubre. "Es fundamental descartar otras enfermedades autoinmunes subyacentes en una consulta de Reumatología pediátrica y realizar un seguimiento periódico para controlar la aparición de diferentes manifestaciones posibles, añade la especialista.
El síndrome antifosfolípido pediátrico no tiene unos criterios diagnósticos o clasificatorios propios y se apoya en los del adulto. "En el año 2023 se publicaron unos nuevos criterios incluyendo manifestaciones no trombóticas, los cuales podrían ser más útiles para clasificar antes y mejor a los niños con esta enfermedad. En cuanto al tratamiento cabe destacar que, si se trata de una forma grave, se debe iniciar un tratamiento agresivo desde el inicio y valorar siempre el riesgo/beneficio del tratamiento profiláctico en pacientes con anticuerpos antifosfolípido sin clínica asociada", concluye la doctora Enríquez.
En este contexto, el presidente de la Asociación SAF España, Gustavo Amorós, solicita una "mayor comprensión y empatía" con todos los afectados de SAF, y que no sean juzgados en los ámbitos sociales, familiares y laborales. "Se trata de una enfermedad en la mayoría de los casos invisible y por tanto incomprendida. No obstante, al mismo tiempo, esta situación nos lleva a sufrir discapacidad orgánica, que tampoco se puede apreciar por nuestro entorno y no se entiende", advierte.