MADRID 24 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos) han coordinado un estudio de seguimiento de 10 años de casi 2.500 hombres estadounidenses que recibieron tratamiento para el cáncer de próstata.
El denominado estudio CEASAR (Análisis comparativo de eficacia de la cirugía y la radiación para el cáncer de próstata localizado), tiene como objetivo informar la toma de decisiones en términos de tratamientos y efectos secundarios para una población diversa. Así, esta investigación multi sitio realiza un seguimiento a largo plazo de hombres a los que se les diagnosticó cáncer de próstata localizado entre 2011 y 2012.
Tal y como se publica en 'JAMA', basándose en trabajos previos con un tiempo de seguimiento de tres y cinco años, para este seguimiento a diez años se administraron una serie de cuestionarios sobre los efectos secundarios del tratamiento relacionados con la terapia urinaria, intestinal, sexual y hormonal. En esta ocasión se incluyeron a casi 2500 pacientes: 1797 hombres blancos no hispanos, 350 hombres negros no hispanos, 184 hombres hispanos, 77 hombres asiáticos y 33 de "otras" razas.
Los pacientes se clasificaron según el riesgo de cáncer en dos categorías: pronóstico favorable y pronóstico desfavorable, lo cual es importante porque los pacientes con pronóstico desfavorable reciben tratamientos más intensivos.
En concreto, el grupo de pronóstico favorable contaba con estrategias de vigilancia activa, prostatectomía con conservación de nervios, radioterapia de haz externo (EBRT) y braquiterapia de baja dosis. En contrapartida, el grupo de pronóstico desfavorable se definió por haber optado por prostatectomía total y radioterapia de haz externo con terapia de privación de andrógenos (ADT).
De esta forma, se pudo observar que La cirugía con prostatectomía radical se asoció con un mayor riesgo de incontinencia urinaria durante 10 años en comparación con otros tratamientos, independientemente del riesgo de cáncer. Entre el 14 y 25 por ciento de los hombres que se sometieron a cirugía para extirpar la próstata informaron fugas molestas 10 años después del tratamiento, en comparación con entre 4 y 11 por ciento de los hombres que se sometieron a EBRT.
Por otra parte los pacientes con pronósticos favorables de cáncer experimentaron un peor deterioro sexual durante los primeros tres a cinco años después de la cirugía con prostatectomía radical en comparación con otras opciones de tratamiento. Las puntuaciones de la función sexual fueron similares en todos los tratamientos después de cinco años, lo que puede reflejar una disminución relacionada con la edad, una disminución gradual asociada con la radiación y la conversión de la vigilancia activa al tratamiento.
Sin embargo, no hubo diferencias significativas en el deterioro de la función sexual entre la cirugía con prostatectomía radical y la radiación con ADT para pacientes con cáncer de pronóstico desfavorable.
Lo que también se observó fue que la radioterapia combinada con terapia hormonal (ADT) se asoció con funciones intestinales y hormonales ligeramente peores a los 10 años en pacientes con cáncer de próstata de pronóstico desfavorable.
A modo de conclusión, los autores concluyen que los hallazgos subrayan la importancia de asesorar a los hombres con cáncer de próstata de pronóstico desfavorable de manera diferente que con cáncer de pronóstico favorable con respecto a los resultados funcionales esperados a largo plazo y sugieren que se puede restar importancia a los efectos adversos de los tratamientos sobre la función sexual en la toma de decisiones de algunos hombres.
También resaltan los beneficios de la vigilancia activa, cuando es oncológicamente segura para pacientes con cáncer de próstata de pronóstico favorable, al evitar efectos adversos asociados con otras opciones de tratamiento.
