Pobre
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Actualizado: viernes, 10 febrero 2017 8:17

   MADRID, 10 Feb. (EUROPA PRESS) -

   Nuestro fracaso colectivo a la hora de revertir las desigualdades está en el corazón de un malestar global, desde el populismo hasta el cambio climático, argumentan expertos en un artículo publicado en 'BMJ'. En concreto, afirman que las sociedades con mayores diferencias de ingresos tienden a tener una salud física y mental peor, un mayor consumo de drogas ilícitas y más obesidad; además de estar más marcadas por la violencia, una vida comunitaria más débil y menos confianza.

   Otros riesgos mundiales derivados de la desigualdad van desde "crisis fiscales" hasta "profunda inestabilidad social", "creciente polarización de las sociedades" y "sentimiento nacional creciente" e incluso "cambio climático" y un "ambiente humillante" debido a las formas en que la desigualdad impulsa el consumismo y el consumo excesivo, añaden los autores del documento, Kate Pickett y Richard Wilkinson, de la Universidad de York, en Reino Unido.

   Sin embargo, a pesar de décadas de investigación que demuestran que necesitamos abordar los determinantes estructurales de la salud si queremos reducir las desigualdades en salud, esto no ha ocurrido y las desigualdades en salud no han disminuido, escriben estos expertos.

   "En muchas ciudades de Reino Unido y de Estados Unidos, por ejemplo, seguimos viendo brechas en la esperanza de vida de entre cinco a diez años y ocasionalmente de 15 a 20 años entre las áreas más ricas y más pobres", dicen. A su juicio, el fracaso a largo plazo, incluso de gobiernos ostensiblemente progresistas, para hacer frente a estas "flagrantes injusticias" es quizás una de las razones por las que la opinión pública se ha alejado tan fuertemente de los partidos políticos establecidos.

   Y advierten de que el sentimiento del público de quedarse atrás "se agravará por los efectos negativos sobre la salud de la austeridad, que están empezando a surgir en nuestras estadísticas de salud". Señalan que durante la última generación, el crecimiento económico dejó de mejorar la salud, la felicidad y la calidad de vida en los países ricos.

   "Ahora, más que nunca, necesitamos una visión inspiradora de un futuro capaz de crear sociedades más igualitarias que aumenten el bienestar sostenible para todos y para el planeta", concluyen estos investigadores en su escrito.

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