MADRID 4 Oct. (EUROPA PRESS) -
Una terapia dirigida por los padres que apoya el desarrollo social de los bebés que muestran signos tempranos de autismo ha reducido significativamente la probabilidad de que se haga un diagnóstico de autismo en la primera infancia, según la primera investigación mundial dirigida por CliniKids, del Instituto Telethon Kids, en Australia.
En un estudio publicado en la revista 'JAMA Pediatrics', un equipo internacional de investigación dirigido por el profesor Andrew Whitehouse (catedrático de investigación sobre el autismo en Telethon Kids y la Universidad de Australia Occidental, y director de CliniKids) descubrió que el diagnóstico médico de autismo a los tres años era sólo un tercio más probable en los niños que recibieron la terapia preventiva (iBASIS-VIPP) que en los que recibieron el tratamiento habitual.
Los resultados fueron la primera prueba en todo el mundo de que una intervención preventiva durante la infancia podía conducir a una mejora tan significativa en el desarrollo social de los niños que luego quedaban por debajo del umbral para un diagnóstico clínico de autismo.
"El uso de iBASIS-VIPP dio lugar a un número tres veces menor de diagnósticos de autismo a la edad de tres años", asegura el profesor Whitehouse. Hasta ahora, ningún ensayo sobre una intervención infantil preventiva, aplicada antes del diagnóstico, había demostrado un efecto semejante en los resultados del diagnóstico", añade el profesor Whitehouse, que afirma que muchas terapias para el autismo intentaban sustituir las diferencias de desarrollo por comportamientos más "típicos".
En cambio, prosigue, "iBASIS-VIPP pretende trabajar con las diferencias únicas de cada niño y crear un entorno social que le ayude a aprender de la forma más adecuada para él".
La terapia utiliza la videorretroalimentación para ayudar a los padres a entender y apreciar las capacidades únicas de su bebé y a utilizar estos puntos fuertes como base para su desarrollo futuro", explica el profesor Whitehouse.
De este modo, la terapia pudo favorecer su posterior compromiso social y otros comportamientos relacionados con el autismo, como las conductas sensoriales y la repetitividad, hasta el punto de que era menos probable que cumplieran los criterios de diagnóstico del autismo "centrados en el déficit". Otros aspectos generales del desarrollo no se vieron afectados".
"Los niños que se encontraban por debajo del umbral de diagnóstico seguían teniendo dificultades de desarrollo, pero al trabajar con las diferencias únicas de cada niño, en lugar de intentar contrarrestarlas, la terapia ha apoyado eficazmente su desarrollo durante los primeros años de la infancia", añade.
El ensayo clínico aleatorio de cuatro años de duración incluyó a bebés de entre 9 y 14 meses para investigar los efectos de iBASIS-VIPP. Todos los bebés habían mostrado signos tempranos de autismo. Durante un período de cinco meses, la mitad recibió la intervención de vídeo, mientras que un grupo de control recibió el tratamiento actual de mejores prácticas.
Ochenta y nueve niños completaron una evaluación al inicio del estudio, al final del período de terapia, y cuando tenían dos y tres años de edad. La identificación, las evaluaciones y las intervenciones se llevaron a cabo en Perth, en colaboración con Telethon Kids y el Servicio de Desarrollo Infantil, que forma parte del Servicio de Salud Infantil y Adolescente, y en Melbourne, en la Universidad La Trobe, bajo la dirección de la profesora asociada Kristelle Hudry.
El profesor Whitehouse apunta que, dada la alta prevalencia del autismo en todo el mundo, las implicaciones de los resultados eran enormes. En Australia, alrededor del 2% de los niños tienen un diagnóstico de autismo.
"El autismo no suele diagnosticarse hasta los tres años de edad; sin embargo, las intervenciones que comienzan durante los dos primeros años de vida, cuando se observan los primeros signos de diferencia en el desarrollo y el cerebro se desarrolla rápidamente, pueden tener un impacto aún mayor en los resultados del desarrollo en la infancia posterior", subraya el profesor Whitehouse.
"Se trata de un importante paso adelante en lo que esperamos sea una oportunidad para desarrollar nuevos modelos clínicos que utilicen la intervención precoz en los bebés que muestren signos tempranos de autismo", asegura.
El profesor Whitehouse explica que el seguimiento de los participantes en el estudio en la infancia posterior, cuando los comportamientos de autismo pueden ser más evidentes, sería fundamental para determinar la importancia a largo plazo de la intervención con vídeo.