MADRID, 17 Jul. (EUROPA PRESS) -
El cambio de las condiciones ambientales en todo el mundo causado por la actividad humana podría afectar negativamente a la salud de millones de personas mediante la alteración de la cantidad y calidad de los cultivos clave, según dos nuevos estudios de la Escuela TH Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.
Uno de los trabajos, que se publica en 'The Lancet', encontró que la disminución del número de polinizadores de alimentos como las abejas --en parte debido al uso de pesticidas y la destrucción de los hábitats-- podría llevar a la disminución de los cultivos ricos en nutrientes que han estado vinculados con la prevención de enfermedades. El segundo análisis, detallado en 'Lancet Global Health', halló que el aumento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico (CO2) podría llevar a niveles más bajos de zinc en los alimentos y el incremento de la deficiencia de zinc.
Ambos trabajos se hacen públicos este jueves de manera conjunta con el informe de la Comisión de la Fundación Rockefeller-Lancet de Salud Planetaria, 'La Protección de la Salud Humana en la Época Antropoceno', que a grandes rasgos evalúa la magnitud de las amenazas para la salud, el desarrollo y la civilización planteadas por la multiplicidad de los cambios ambientales provocados por la actividad humana.
"Ésta es la primera vez que la comunidad sanitaria mundial ha salido de manera concertada para informar de que estamos en peligro real de socavar los sistemas ecológicos fundamentales que apoyan la salud humana", afirma Samuel Myers, científico investigador senior en el Departamento de Salud Ambiental de la Escuela Chan, que es el autor principal del estudio de polinizadores y autor principal del estudio de zinc.
Myers hablará en un panel sobre el cambio ambiental, sus desencadenantes y los impactos en la salud en un evento organizado este jueves por la Comisión de Salud Planetaria de la Fundación Rockefeller en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. "Toda la civilización humana ha tenido lugar durante un escenario muy estable de las condiciones biofísicas, pero ahora están cambiando esas condiciones a un ritmo que nunca se ha visto antes", explica Myers.
"La utilización del suelo, la deforestación, la degradación de las pesquerías mundiales, la alteración del sistema climático, la pérdida de biodiversidad, la apropiación del agua dulce, los cambios en los sistemas acuáticos, todos son cambios profundos, se están acelerando y representan un reto importante para la salud mundial", agrega.
En el estudio de los polinizadores, Myers y sus colegas analizaron los datos de ingesta alimentaria de las personas para 224 tipos de alimentos en 156 países de todo el mundo para cuantificar la ingesta total per cápita de vitamina A, ácido fólico, frutas, verduras, frutos secos y semillas bajo varios escenarios de declive de los polinizadores. Luego, calcularon los posibles impactos en la salud de la disminución de los polinizadores, en su mayoría las abejas y otros insectos.
Los polinizadores juegan un papel clave en más o menos el 35 por ciento de la producción mundial de alimentos y son directamente responsables de hasta el 40 por ciento de la oferta mundial de micronutrientes como la vitamina A y el ácido fólico, que son vitales para los niños y las mujeres embarazadas. Durante la última década, ha habido una disminución significativa de los animales polinizadores en todo el mundo.
Los científicos vieron que la pérdida total de animales polinizadores a nivel mundial generaría 71 millones de personas más con carencia de vitamina A y 173 millones más con deficiencia de ácido fólico, y daría lugar a unos 1,42 millones de muertes adicionales por cada año de enfermedades no transmisibles (ENT) y patologías relacionadas con la desnutrición, un aumento del 2,7 por ciento en el total de muertes anuales. Una pérdida del 50 por ciento de la polinización se traduciría en aproximadamente la mitad de ese impacto, según los investigadores.
La mayor parte de esta carga de la enfermedad sería el resultado de la reducción del consumo de alimentos que protegen contra las enfermedades no transmisibles, como patologías del corazón, derrames cerebrales y ciertos tipos de cáncer y, a diferencia de las poblaciones con frecuencia afectadas por la degradación del medio ambiente, muchas de las poblaciones más vulnerables residen en países relativamente desarrollados. Los autores hallaron que las personas más vulnerables estarían en Europa oriental y central, y en el este y el sudeste de Asia, donde los riesgos de las ENT son altas y la ingesta de frutas, verduras, frutos secos y semillas dependen altamente de los polinizadores.
El estudio también revela que la mayoría de la carga de enfermedad relacionada con los polinizadores estimada tiene que ver con los cultivos de producción local, no importados. "Esto significa que la mayoría de los países se pueden beneficiar en gran medida de la gestión de sus propias poblaciones de polinizadores, protegiendo su salud pública, así como los rendimientos de los cultivos", afirma el autor principal, Matthew Smith, investigador en el Departamento de Salud Ambiental.
UN 17 POR CIENTO DE LA POBLACIÓN CON CARENCIA DE ZINC
Para el estudio sobre el zinc, los autores modelaron cuánto zinc estaría disponible para las personas a través de la dieta en 188 países en virtud de los niveles actuales y elevados de CO2. Señalaron que el zinc es un nutriente clave para la salud materna e infantil, de manera que si no se toma suficiente,nef, y disminuye la función inmune. Se estima que aproximadamente el 17 por ciento de la población mundial estaba en riesgo de deficiencia de zinc en 2011, según los últimos estudios.
Citando investigaciones anteriores que encontraron que las concentraciones elevadas de CO2 en la atmósfera disminuyen el contenido de zinc y otros nutrientes en cultivos importantes de alimentos como el trigo, el arroz, la cebada y la soja, los autores estiman que las emisiones de CO2 causadas por la actividad humana podrían poner a entre 132 y 180 millones de personas en riesgo de deficiencia de zinc entorno al año 2050. Los más propensos a estar afectados viven en África y Asia meridional, y casi 48 millones de personas sólo en India, poblaciones ya cargadas con los niveles más altos del mundo de deficiencia de zinc y dependientes de los cultivos para la mayor parte de su consumo de zinc.
Los autores sugieren posibles intervenciones para los que están en mayor riesgo de deficiencia de zinc, como la administración de suplementos de zinc, la fortificación de alimentos básicos con zinc adicional, la aplicación de fertilizantes que contienen zinc a los cultivos o el desarrollo de cepas de cultivos bio-fortificados como el arroz y el trigo.