MADRID 14 Nov. (EUROPA PRESS) -
El cardiólogo de ATRIA Clinic y miembro del Movimiento Corazón de Mujer, Jorge Solís, ha señalado que es fundamental que los profesionales de la salud conozcan los factores que hacen que las mujeres con diabetes tengan más riesgo de desarrollar hipertensión, con el objetivo de poder ofrecerles una atención integral y personalizada.
"Hay que tener en cuenta que las mujeres con diabetes tienen aún más riesgo de desarrollar hipertensión y que en esos casos se enfrentarán a desafíos únicos por sus propios factores hormonales, que cambian durante la menopausia, y por sus comorbilidades y manifestaciones clínicas específicas", ha detallado Solís con motivo del Día Mundial de la Diabetes.
Desde el Movimiento Corazón de Mujer han advertido de que la hipertensión y la diabetes están estrechamente relacionadas y comparten muchos factores de riesgo. De hecho, entre el 40 y el 60 por ciento de las personas con hipertensión tienen diabetes, una combinación que puede incrementarel desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como el infarto y el accidente cardiovascular.
Según ha explicado el cardiólogo, los altos niveles de glucosa en sangre derivados de la diabetes dañan las paredes de los vasos sanguíneos, haciéndolos más rígidos y menos elásticos. Este daño se agudiza cuando se combina con la presión arterial elevada.
Por su parte, la hipertensión puede dañar los riñones de manera significativa, ya que unos niveles de presión arterial elevados dañan los riñones y pueden provocar que estos pierdan su capacidad de controlar la glucemia. Esto puede acelerar la progresión de la enfermedad renal crónica o empeorar la retinopatía diabética.
Entre los principales factores de riesgo que aumentan las probabilidades de desarrollar ambas enfermedades, están la obesidad, la alimentación poco saludable, la edad avanzada y el historial familiar. "Además, otros factores importantes son la resistencia a la insulina, la inflamación crónica, la dislipidemia, el aporte excesivo de sodio y el estrés. Muchos de estos factores son modificables y actuando sobre ellos se puede reducir el riesgo de forma significativa", ha comentado el doctor.
De este modo, ya que ambas patologías se potencian mutuamente es necesario incorporar una serie de cuidados a la rutina diaria. Entre estos, el experto ha recomendado seguir una dieta saludable, reduciendo el consumo de sodio, grasas saturadas y azúcares y priorizando las frutas, verduras, los granos integrales, las proteínas magras y los lácteos bajos en grasa. Esto debe combinarse con la práctica regular de ejercicio físico, así como evitar hábitos perjudiciales como el tabaquismo y acudir a revisiones médicas periódicas.