MADRID, 9 Ene. (EDIZIONES) -
Por todos es conocido que por su relación con la erección y el deseo sexual se han utilizado los métodos de castración química como castigo a violadores o pederastas. Polonia fue el primer país europeo en introducir en su código penal la castración química forzosa para los pederastas, en 2009. Otros países que aplican esta ley son Moldavia y Estonia y algunos estados de los Estados Unidos.
En cambio, en España, la castración química no está considerada como pena en la legislación, aunque se permite aplicarla de forma voluntaria. Este procedimiento también se aplica en personas con parafilias, es decir, conductas eróticas incontrolables como la pedofilia (atracción sexual de una persona adulta hacia niños), y otros trastornos, tales como la adicción al sexo.
No obstante, también se emplea hoy en día para el tratamiento de los tumores de próstata en fases avanzadas. Así, en una entrevista con Infosalus, el doctor Javier Romero Otero, jefe de Servicio de HM Hospitales Monepríncipe, y Puerta del Sur de Madrid y experto en la materia explica que la castración química, también llamada 'terapia hormonal' o 'terapia de deprivación androgénica', consiste en unos fármacos que en medicina se administran con el fin de reducir los niveles de las hormonas masculinas, llamadas 'andrógenos'.
"Los andrógenos principales en el cuerpo son la testosterona y la dihidrotestosterona y en su mayor parte son producidos por los testículos, aunque las glándulas suprarrenales (situadas sobre los riñones) también producen una pequeña proporción de estas hormonas", señala el también coordinador nacional del grupo de Andrología de la Asociación Española de Urología.
En concreto, cita que la testosterona tiene diferentes funciones en el organismo, y entre otras es responsable del deseo sexual, de la erección y de la eyaculación. Pero además también rige el esqueleto óseo y la composición muscular; el metabolismo de azúcares y de grasas; tiene impacto en el cerebro en la esfera cognitiva, en la memoria y en el estado de ánimo, según concreta el doctor Romero.
Así, bien con fármacos administrados por vía oral, intramuscular o subcutánea se consigue la castración química, con una reducción radical de los niveles de testosterona, reduciéndose la libido y la función sexual (erección- eyaculación). "En cuanto al deseo sexual es algo más complejo, debido a que, aunque los niveles de testosterona influyen en el mismo, también otros mecanismos cerebrales más complejos regulan su aparición", sostiene el responsable de Andrología-Cirugía Reconstructiva del Hospital Universitario 12 Octubre de Madrid.
EL CASO DEL CÁNCER
Debido a que el cáncer de próstata es una neoplasia cuyo crecimiento y desarrollo depende de los andrógenos, se utilizan también estas terapias de castración química, para el tratamiento de los tumores de próstata en fases avanzadas, para así frenar la enfermedad, o como terapia complementaria en los tumores curables que reciben radioterapia. Esta reducción de los niveles de andrógenos por sí sola no cura el cáncer, según asegura Romero, si bien hace que la progresión tumoral se detenga y disminuyan de tamaño los focos tumorales.
En concreto, precisa que la terapia hormonal se puede usar entonces en varios escenarios para el tratamiento del cáncer de próstata:
-Si el cáncer se ha propagado fuera de la glándula prostática y ya no se puede realizar un tratamiento curativo con cirugía o radioterapia, o bien si no se pueden llevar a cabo estos tratamientos por condiciones o fragilidad del paciente.
-Si el cáncer continua o recidiva después del tratamiento con cirugía o radioterapia.
-Junto con la radioterapia con intención curativa, de manera temporal.
Sobre si la castración química es 100% efectiva, el doctor Romero Otero afirma que "al menos inicialmente, casi la totalidad de los pacientes que reciben esta terapia responden a la misma, lográndose un control de su enfermad a veces incluso por décadas". Además, subraya que con la aparición de las nuevas moléculas con acción también hormonal, que se añaden al bloqueo hormonal convencional cuando éste deja de ser efectivo, se está logrando aumentar mucho la esperanza de vida de muchos pacientes con tumores de próstata metastásicos.
Entre otras consecuencias fisiológicas para el cuerpo del hombre que se ha sometido a la castración química se encontrarían (relacionados con los niveles bajos de testosterona): Reducción o ausencia de deseo sexual; disfunción eréctil (impotencia); reducción del tamaño de los testículos y el pene; sensaciones repentinas de calor (sofocos); cansancio; pérdida de masa muscular; aumento del tamaño de las mamas o dolor en las mamas con la palpación; osteopenia y osteoporosis (pérdida del tejido óseo, que puede derivar en fracturas); y un aumento de peso.
Otros efectos secundarios son: Anemia (recuentos bajos de glóbulos rojos); disminución de la agudeza visual y mental; aumento de los niveles de colesterol; depresión; daño hepático (poco frecuente).
En este sentido, el experto del Hospital 12 de Octubre de Madrid indica que muchos de estos efectos secundarios son tratables, y la mayoría desaparece al finalizar el tratamiento. El ejercicio puede ayudar a reducir muchos de ellos incluyendo el cansancio, el aumento de peso y la pérdida de masa ósea y muscular, según aconseja.
"La mayoría de los efectos causados por estas terapias suelen ser reversibles en su totalidad. Sin embargo, en ocasiones, algunos pacientes que reciben estos tratamientos durante largos periodos de tiempo (en general más de dos años) pueden tener efectos secundarios persistentes tras su interrupción. Además, algunos cambios físicos que se han presentado con el tiempo, como la disminución de la masa ósea, permanecerán después de detener la terapia hormonal", concluye el doctor Romero Otero.