MADRID, 4 Feb. (EUROPA PRESS) -
La primera descripción clínica completa de la cocainomanía fue publicada en 1885 durante la denominada 'primera epidemia' de consumo de cocaína, desde entonces han sido variados los hallazgos sobre los efectos negativos que su consumo produce en el organismo, sin embargo es la respuesta que en el cerebro se produce con su adicción una de las consecuencias que más incógnitas provoca.
Un estudio llevado a cabo en la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en Nueva York, Estados Unidos, y que se publica este martes en 'The Journal of Neuroscience', ha constatado que los individuos adictos a la cocaína pueden continuar con su hábito a pesar de tener consecuencias desfavorables como la pérdida de las relaciones familiares y sociales porque sus circuitos cerebrales responsables de la predicción de la pérdida emocional están alterados.
Este estudio se centra en la diferencia entre una probable recompensa (o pérdida) en relación con un determinado comportamiento y la capacidad de una persona para predecir el resultado, una medida conocida como error de predicción de recompensa, o EPR. Se cree que dicha señalización de ERP conduce el aprendizaje en los seres humanos, que guía el comportamiento futuro.
Después de aprender de una experiencia, podemos, en el mejor de los casos, cambiar nuestra conducta sin tener que pasar por eso otra vez y así maximizar las recompensas y evitar las pérdidas esperadas. Las investigaciones anteriores han determinado que la predicción de recompensa real o pérdida es gestionada por los cambios en los niveles del neurotransmisor dopamina, producida por las células nerviosas en el cerebro medio, donde los cambios en los niveles de dopamina acompañan a las ganancias y las pérdidas inesperadas.
El estudio de Monte Sinaí registró la actividad cerebral de 75 sujetos (50 consumidores de cocaína y 25 controles sanos) utilizando EEG, una prueba que detecta la actividad eléctrica en el cerebro, mientras que los individuos jugaron a un juego de azar. Cada persona tenía que predecir si iban o no a ganar o perder dinero en cada prueba.
CAPACIDAD DE COMPROMISO Y LA COCAINA
Los resultados mostraron que el grupo de los 50 consumidores de cocaína tenía deteriorada la señalización de predicción de la pérdida, lo que significa que no lograron desencadenar señales ERP en respuesta a resultados peores de lo esperado en comparación con las 25 personas sanas del grupo de control.
Los hallazgos de esta investigación ofrecen una perspectiva sobre la capacidad comprometida de las personas adictas a la cocaína a aprender de los resultados desfavorables, lo que podría llevar potencialmente a un consumo continuo de la droga y a las recaídas, incluso después de haberse enfrentado con numerosas pérdidas.
"Este estudio muestra que las personas con trastorno por consumo de sustancias tienen dificultad para calcular la diferencia entre los resultados esperados e inesperados, lo cual es fundamental para el aprendizaje y la futura toma de decisiones. Esta alteración podría estar en la base de que estos individuos tomen decisiones desfavorables", resume Muhammad Parvaz, profesor asistente de Psiquiatría en la Escuela de Medicina Icahn en el Monte Sinaí y el autor principal del estudio, que se publica en Journal of Neuroscience.
A continuación, el estudio se centró en las diferencias individuales entre los 50 consumidores de cocaína: la mitad de los sujetos había consumido cocaína dentro de las 72 horas previas al estudio y la otra mitad se abstuvo durante al menos 72 horas. Los adictos a la cocaína con el uso más reciente tuvieron mayor actividad eléctrica asociada con el circuito de recompensa del cerebro cuando tenían un triunfo imprevisto en comparación con una victoria predicha, un patrón que era similar a los 25 controles sanos.
Los consumidores de cocaína que se habían abstenido durante al menos 72 horas no mostraron esta actividad más elevada en respuesta a un triunfo inesperado. Estos resultados son consistentes con la hipótesis de que en la adicción, se toma la droga para normalizar una cierta función del cerebro, que en este caso es RPE señalización de los resultados de lo esperado mejor.