MADRID, 7 Sep. (EUROPA PRESS) -
Dos estudios proporcionan apoyo adicional para reducir la presión arterial sistólica a un objetivo intensivo de 120 mmHg --muy por debajo de las directrices estándar de 140 mmHg-- para reducir el riesgo de enfermedad cardiaca en pacientes de alto riesgo con hipertensión. La nueva investigación muestra que el control intensivo de la presión arterial es bien tolerado por los pacientes y es rentable en términos de calidad de vida relacionada con la salud y los costes financieros para el sistema de salud.
Publicados en la edición digital de este jueves de 'New England Journal of Medicine', los hallazgos abordan los debates en curso que han estado presentes desde que se informó por primera vez hace casi dos años de los resultados del Ensayo de Intervención en la Presión Arterial Sistólica (SPRINT, por sus siglas en inglés).
"El control intensivo de la presión arterial mejora los resultados de salud en los pacientes de alto riesgo, pero no está claro si el enfoque es rentable o si es bien tolerado por los pacientes en comparación con el control estándar", señala el codirector del primer estudio sobre costo-efectividad, Adam Bress, Pharm, profesor asistente de Ciencias de la Salud de la Población de la Universidad de Utah, Estados Unidos. "En conjunto, estos resultados proporcionan una fuerte evidencia de que el control intensivo vale la pena considerar en los pacientes de alto riesgo", resume Bress.
En promedio, los pacientes que recibían terapia intensiva a menudo tomaban de tres a cuatro medicamentos antihipertensivos para alcanzar la meta de presión arterial baja, lo que aumentaba la preocupación de que los efectos secundarios como aturdimiento, mareos o fatiga pudieran dificultar el tratamiento.
"En el tratamiento de una enfermedad crónica como la hipertensión, es importante no sólo prevenir la morbilidad y la mortalidad cardiovascular, como ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares, sino también garantizar que las personas bajo tratamiento continúan sintiéndose bien", dice el autor principal del segundo estudio, Dan Berlowitz, jefe de Personal del 'Edith Nourse Rogers Memorial Veterans Hospital' en Bedford, Massachussets, Estados Unidos, y profesor de la Universidad de Boston.
El segundo estudio examinó la calidad de vida relacionada con la salud, gracias a que los 9.631 participantes de SPRINT, aproximadamente la mitad de los cuales estaban bajo tratamiento intensivo, respondieron a cuestionarios estándares evaluando su calidad de vida, salud física y mental y satisfacción con su cuidado durante el ensayo clínico.
LOS PACIENTES SE SIENTEN BIEN Y SIGUEN SU RÉGIMEN DE MEDICACIÓN
Los participantes en terapia intensiva reportaron dijeron sentirse igual que los que se sometieron a control estándar de la presión arterial y estaban igualmente satisfechos con su cuidado. También tenían la misma probabilidad de mantener su régimen de medicación, otra indicación de que el tratamiento fue bien tolerado. Una subpoblación considerada particularmente vulnerable a los efectos secundarios de la terapia intensiva, los participantes de 75 años de edad y mayores, también estuvo bien bajo el enfoque intensivo.
Berlowitz señala que los resultados no significan necesariamente que todo el mundo con presión arterial alta debe dirigirse hacia una meta de menos de 120 mmHg. "Para que los pacientes tengan los futuros beneficios para la salud de un control intensivo de la presión arterial mientras mantienen su actual calidad de vida relacionada con la salud, los clínicos y los pacientes deben trabajar juntos para ajustar los medicamentos según sea necesario mientras vigilan los síntomas", dice Mark Supiano, coautor de ambos estudios en la Universidad de Utah.
Otra preocupación que afecta a la terapia intensiva ha sido que los costos del tratamiento intensivo podrían abrumar a un sistema de salud ya tenso. Llegar a la meta de una presión arterial más baja requiere más visitas a los proveedores de atención médica y medicamentos adicionales y pruebas de laboratorio, que elevan el gasto con el tiempo. Y si los efectos secundarios de la medicación severa llevan a un paciente en el hospital, el costo podría ser incluso más alto y empeorar la calidad de vida.
El estudio de costo-efectividad revela que los costos de salud asociados con el control intensivo de la presión arterial se equilibran con las ganancias en la salud, haciéndolo rentable a lo largo de toda la vida. Según los resultados, el control intensivo de la presión arterial cuesta menos de 50.000 dólares por cada año de vida ajustado por calidad, una medida de mejoras en la duración y calidad de vida.