MADRID, 29 Dic. (EUROPA PRESS) -
Los trasplantes de riñón de donantes fallecidos funcionan durante una media de 10 a 15 años. Una nueva investigación indica que cuando un trasplante de riñón fracasa, el retrasplante puede ofrecer a los pacientes una mayor supervivencia en comparación con someterse a diálisis.
La magnitud del beneficio disminuye si el paciente debe esperar mucho tiempo para un segundo trasplante, precisa el estudio, publicado en la revista 'Clinical Journal of the American Society of Nephrology'.
El trasplante de riñón es la terapia preferida tras una insuficiencia renal, pero los riñones trasplantados de donantes fallecidos no suelen durar el resto de la vida del receptor. Debido a la escasez de órganos de donantes y a la sensibilización inmunológica de los receptores de trasplantes, no está claro si los pacientes cuyos riñones trasplantados ya no funcionan deben recibir un segundo trasplante o si deben ser tratados con diálisis. El nuevo estudio compara ambas opciones.
Para la investigación, un equipo dirigido por el doctor Rainer Oberbauer (Universidad Médica de Viena (Austria) analizó los datos correspondientes a 2.346 adultos con un primer trasplante de riñón fallido que estaban en lista de espera para un segundo trasplante de riñón en Austria durante 1980-2019.
En un punto de seguimiento de 10 años, los pacientes que recibieron un segundo trasplante de riñón tuvieron un tiempo de supervivencia promedio más largo en comparación con los que se sometieron a diálisis mientras permanecían en la lista de espera para el trasplante.
En concreto, los pacientes que se sometieron a un retrasplante vivieron una media de 5,8 meses más. Sin embargo, la diferencia en el tiempo de supervivencia con el retrasplante fue menor en los pacientes que tuvieron un mayor tiempo de espera tras el fracaso de su primer trasplante. En el punto de seguimiento de 10 años, los pacientes que se sometieron a un retrasplante vivieron una media de 8,0 y 0,1 meses de vida adicional para los pacientes con un tiempo de espera inferior a 1 año y 8 años, respectivamente.
"Nuestros datos mostraron que un segundo trasplante es ventajoso en cuanto a los años de vida ganados; sin embargo, la diferencia con los pacientes no trasplantados disminuye con el tiempo en la lista de espera", explica el doctor Oberbauer.
Pero añade que "los pacientes podrían tener una mayor calidad de vida cuando son trasplantados y, por tanto, deberían someterse a un segundo trasplante si se dispone de un órgano donado adecuado". Y subraya que los pacientes con un primer trasplante de riñón fallido deberían estar en lista de espera inmediatamente si son aptos para someterse a un segundo trasplante.
Un editorial adjunto señala que "si estos resultados se reproducen en ensayos imitados de otros países, significaría la importancia de disminuir el tiempo en la lista de espera de los candidatos a un segundo trasplante de riñón con medidas como la agilización de los estudios y el alistamiento de los pacientes con un primer trasplante de riñón fallido antes de que requieran diálisis".