MADRID, 3 Dic. (EUROPA PRESS) -
La fiebre es un motivo de preocupación que se ve frecuentemente en las consultas de pediatría y urgencias, y es que cuando la temperatura sube en los pequeños son muchos los padres que se preguntan cuándo llevar al niño al médico por fiebre. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones se trata de un proceso natural del sistema inmunológico, basado en la lucha de las defensas contra enfermedades víricas o bacterianas leves.
Realmente se debería ver como un "aliado", según señalan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), que nos recuerda, como comentamos, que la fiebre es una reacción normal del cuerpo, generalmente provocada como respuesta para combatir la infección y activar las defensas del organismo.
Es un proceso fisiológico usual, al que no hay que tener miedo porque no es una enfermedad por ella misma. Sin embargo, gran parte de los padres experimenta ansiedad y preocupación ante el desconocimiento de la causa que origina la subida de temperatura, sobre todo cuando esta se mantiene alta demasiado tiempo. Ante esta situación, los pediatras recomiendan mantener la calma y aprender a reconocer cuándo es inevitable acudir al médico o cuando se puede tratar en casa.
En caso de menores de dos años, se debe consultar al médico lo antes posible; en caso de mayores de 2 años, observar al niño y, acudir al médico si no mejora al cabo de 2-3 días o si empeora.
Desde la AEP recuerdan que la fiebre la mediremos mediante un termómetro y no por el tacto. Así, se considera que el niño tiene fiebre cuando su temperatura corporal supera los 38ºC en el recto o los 37,5 ºC en la axila, una temperatura inferior en estos casos lo consideraríamos febrícula y, si el niño es menor de 2 años consultaremos al médico en todos los casos.
Se estima una fiebre moderada hasta los 39ºC y si pasa de 39 ºC hablamos de fiebre alta, siempre si se mide desde la axila. En el caso de fiebre alta, los expertos recuerdan que hay que tener en cuenta que no es lo mismo que un adulto llegue o supere esa temperatura a que lo haga un niño. Mientras que en un adulto llegar a esa temperatura y encontrarse bien es una quimera, puede ser que el niño se mantenga bastante espabilado.
CAUSAS MÁS COMUNES DE LA FIEBRE EN NIÑOS
Una de las grandes dudas es qué produce fiebre a un niño. Lo cierto es que las causas son innumerables, normalmente las infecciones víricas son las más frecuentes, aunque también puede ser de origen bacteriano. Sin embargo, solo un médico podrá diagnosticar el origen de este síntoma de forma precisa.
Existe otro motivo que muchas veces no se tiene en cuenta, y se produce sobre todo en invierno, especialmente en periodos epidémicos, ante el miedo de que el niño se constipe. Se trata del exceso de abrigo, lo que ocasiona un aumento de la temperatura corporal que puede ser confundido fácilmente con fiebre. Lo que deben hacer como padres antes de alarmarse es desabrigar al niño y tomarle de nuevo la temperatura.
CUANDO LLEVAR AL NIÑO AL MÉDICO POR FIEBRE
Lo más importante es observar con atención los síntomas que presenta el niño, si se encuentra contento, come bien y bebe abundantes líquidos no hay que preocuparse, si empeora o no mejora en 2-3 días entonces hay que acudir al médico. En este caso, como ya hemos mencionado anteriormente, se exceptúa de dicha premisa los niños menores de 2 años, que deberán acudir al pedíatra lo antes posible en el momento que aparezca la fiebre.
En muchas ocasiones, en este caso, la fiebre se va con el descanso del niño, sin embargo, otras veces, cuando es más alta de lo normal o en procesos infecciosos, es necesario acudir al pediatra para que nos indique que es lo más conveniente.
Para bajar la temperatura también es posible administrar un medicamento para la fiebre. Además, es recomendable la ingesta de abundantes líquidos, paños húmedos en la frente (a temperatura ambiente, nunca demasiado fríos, ni con hielo), así como baños en agua tibia durante 15 o 20 minutos.
¿Cuándo sí es necesario acudir al pediatra? Los expertos recomiendan consultar al pediatra si el niño es menor de 2 años (especialmente menores de 3 meses); si el niño está apagado y somnoliento; si está irritable, tiene dolor de cabeza importante y/o vómitos, le cuesta respirar o tiene una convulsión; además es importante consultar si el niño tiene puntitos rojos (color cereza) o manchas negras en la piel, si tiene una enfermedad neurológica, presenta fiebre mayor de 40ºC, o fiebre que no cede a pesar del tratamiento con antitérmicos o dura más de 48-72 horas.
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