MADRID, 7 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han descubierto un mecanismo por el que la fuerza de la presión dificulta la formación de hielo, lo que podría servir para desarrollar procesos más eficientes de criopreservación de sustancias biológicas como órganos o espermatozoides.
Preservar ovocitos o embriones a muy bajas temperaturas, entre 80 y 196 grados bajo cero, con la ayuda de la presión resulta fundamental para las técnicas de reproducción asistida, al igual que para mantener órganos o alimentos en un estado óptimo.
El motivo por el que la presión dificulta al agua congelarse es que el hielo y el agua se hacen más diferentes entre sí al aumentar la presión, por eso "cuesta más trabajo que se empiece a formar hielo en el agua cuando está a alta presión", según ha explicado Chantal Valeriani, investigadora del departamento de Química Física I de la UCM.
Para llegar a estas conclusiones, que se publican en la revista 'Physical Review Letters', los investigadores han utilizado programas informáticos que imitan el movimiento de las moléculas de agua, ejecutados en los supercomputadores de la Red Española de Supercomputación.
Los científicos recuerdan que el hielo formado a presión atmosférica flota en el agua líquida "lo que tiene una tremenda repercusión en la regulación del clima y, por tanto, de la vida en nuestro planeta", ha añadido Eduardo Sanz, principal autor del estudio.
Además, la velocidad con la que se forma este elemento en las nubes también influye en el cambio climático, ya que la radiación solar reflejada por la Tierra depende, en gran parte, de esta sustancia helada.
"Muchas reacciones fotoquímicas que afectan al agujero de ozono se catalizan sobre la superficie del hielo de las nubes", señala Valeriani.
Los expertos trabajan ahora para dilucidar otra propiedad del agua que, de momento, es una teoría, ya que en condiciones difícilmente accesibles a bajas temperaturas existirían dos tipos distintos del líquido. "Si eso fuera cierto sería posible tener en un vaso los dos tipos de agua sin que se mezclaran", según Sanz, cuyo objetivo es demostrarlo con simulaciones moleculares.