MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
La obesidad es uno de los principales factores de riesgo para la insuficiencia cardiaca (IC) ya que el riesgo de IC se incrementa un cinco por ciento en hombres y un siete por ciento en mujeres por cada incremento de un punto del índice de masa corporal (IMC), aunque los cardiólogos advierten de que estas cifras están infraestimadas por las dificultades diagnósticas en personas con obesidad ya que en muchos casos padecen síntomas de insuficiencia cardiaca como la fatiga sin tener IC.
"La obesidad es una enfermedad que produce enfermedad cardiaca, produce arritmias, infiltraciones en el músculo del corazón, irritación en el sistema de conducción, etc.", advierte la coordinadora del Grupo de Trabajo de Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Almudena Castro.
En este contexto, diferentes cardiólogos españoles han creado la guía 'Detección y manejo de la insuficiencia cardiaca en personas con obesidad' para mostrar cómo se puede abordar el diagnóstico y el tratamiento de la IC en personas con obesidad (PcO) para mejorar su abordaje.
La sospecha de insuficiencia cardiaca en personas con obesidad en ocasiones puede ser complicada por cuatro factores: la intolerancia al esfuerzo, sintomatología cardinal de la IC, que está también presente en personas obesas sin IC; las personas con obesidad presentan con frecuencia otras comorbilidades que hacen aún más complejo el diagnóstico de IC; los niveles de péptidos natriuréticos, marcadores plasmáticos que se elevan en la IC, están falsamente disminuidos en PcO; y la ventana ecocardiográfica en personas con obesidad puede ser subóptima.
"El diagnóstico de IC en personas con obesidad, especialmente en fases iniciales constituye un auténtico desafío clínico. Para el diagnóstico de IC se necesita hacer un abordaje secuencial que incluya la clínica y pruebas complementarias", señalan en el documento.
Para lograr un diagnóstico correcto el documento enumera cinco pasos: la evaluación clínica, la evaluación de la probabilidad de IC, el electrocardiograma, medición de biomarcadores plasmáticos y la ecocardiografía u otras técnicas de imagen.
El primer paso es la evaluación clínica de los síntomas y signos, un elemento clave para hacer el diagnóstico de insuficiencia cardiaca. Sin embargo, la rentabilidad diagnóstica de éstos es limitada y son necesarias exploraciones complementarias para llevar a cabo el diagnóstico de la IC.
El síntoma más común pero inespecífico es la disnea de esfuerzo. Existen ciertas características de la disnea que la hacen más específica de IC, como la presencia de bendopnea (disnea al atarse los zapatos) y ortopnea (disnea más evidente al acostarse). La presencia de edemas en miembros inferiores es frecuente pero
inespecífica.
Así, la evaluación clínica puede orientar hacia la probabilidad de que la sintomatología del paciente se deba o no a la insuficiencia cardiaca.
A continuación, se debe evaluar la probabilidad de que la persona con obesidad tenga IC. Para ello existen ciertas características que aumentan la probabilidad de IC en la persona con obesidad como: la edad mayor a 65 años, la presencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad renal crónica, antecedentes de cardiopatía
isquémica y fibrilación auricular son reconocidos factores de riesgo que muchos de ellos concurren en el sujeto con obesidad.
De este modo, cuando la evaluación de factores de riesgo y clínica sugieran la posibilidad de IC, se deberían solicitar nuevos exámenes diagnósticos.
Tras este análisis, se realizará un electrocardiograma porque "lo habitual es que un paciente con IC presente alteraciones en el electrocardiograma de superficie". En el ECG de un paciente con sospecha de IC se pueden observar alteraciones tales como: fibrilación auricular, hipertrofia ventricular izquierda, ondas Q y/o ensanchamiento del complejo QRS. Estas alteraciones deben hacer ospechar el diagnóstico de IC. Un ECG normal tiene un excelente valor predictivo negativo para descartar IC.
Si aún no se ha obtenido un diagnóstico claro de IC, se procederá a la medición de biomarcadores plasmáticos, concretamente de los péptidos natriuréticos, aunque las personas con obesidad muestran valores inferiores de péptidos natriuréticos, por lo que
ciertos documentos de expertos sugieren que sería razonable que el umbral en personas obesas se reduzca un 50 por ciento.
Por último, para hacer un diagnóstico de certeza es necesario realizar una ecocardiogafía u otras técnicas de imagen. En un paciente con clínica sugestiva de IC, con elevación de biomarcadores y/o las alteraciones descritas en ECG se debe solicitar una ecocardiografía. La ecocardiografía permite evaluar la presencia o no de alteraciones estructurales o funcionales así como determinar la fracción de eyección (FE) de ambos ventrículos.
Así, permite una valoración valvular funcional y estimar la presión arterial pulmonar. El fenotipo ecocardiográfico más frecuente en el personas con obesidad es la IC con fracción de eyección preservada.
PRUEBAS A SOLICITAR DESDE AP O ENDOCRINOLOGÍA
El documento también establece las pruebas que se deben solicitar desde la consulta de Atención Primaria o Endocrinología y Nutrición para detectar la insuficiencia cardiaca en personas con obesidad. Ante una sospecha de IC se debe solicitar en primer lugar un electrocardiograma y una analítica con valores como la función renañ, iones, hemoglobina, enzimas hepáticas, etc. Y, después, confirmar la sospecha con un ecocardiograma.
A continuación, se debe descartar el síndrome de apneas-hipopneas del sueño, muy frecuente en personas con obesidad y asociado a un incremento de mortalidad por enfermedad cardiovascular. En todos
aquellos pacientes con obesidad con síntomas de cansancio, fatigabilidad o somnolencia diurna se debe sospechar.
En estos pacientes, se debe realizar una anamnesis y exploración dirigida a evaluar talla del cuello y preguntas sobre ronquido, cansancio/fatigabilidad diurna, apneas observadas por familiares e hipertensión arterial sistémica.
CÚANDO SE DEBE DERIVAR A CARDIOLOGÍA
Con respecto a cuándo y con qué urgencia se debe derivar a los pacientes con obesidad y sospecha de IC a un cardiólogo, el informe establece estas indicaciones: cuando se tiene disnea de esfuerzo y/o congestión progresiva, dolor torácico sugestivo de cardiopatía isquémica, palpitaciones sugestivas de fibrilación auricular, exploración con signos de IC; cuando se tiene un ECG patológico con fibrilación auricular, hipertrofia ventricular izquierda, ondas Q y/o ensanchamiento del complejo QRS; o un Ecocardiograma anómalo con
fracción de eyección (FE) de alguno de los ventrículos reducida.
En cuanto a la urgencia, los expertos hacen tres clasificaciones: atención inmediata, cuando se tiene dolor torácico típico; Urgente (asegurar consulta con Cardiología en menos de una semana), cuando se tiene angina de esfuerzo o disnea de esfuerzo y/o congestión; y atención preferente (asegurar consulta con Cardiología en menos de un mes).
Si finalmente se confirma el diagnóstico de insuficiencia cardiaca se debe iniciar un tratamiento que incluya cambio de hábitos de vida y pérdida de peso.