MADRID, 23 Feb. (EUROPA PRESS) -
La obesidad puede afectar negativamente a la función de los riñones en personas con diabetes tipo 2, especialmente en las mujeres, según un nuevo estudio publicado en el 'Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism', de la Sociedad Endocrina norteamericana.
La nefropatía diabética, o el deterioro de la función renal en las personas con diabetes, está causada por la hipertensión arterial y la hiperglucemia. Aproximadamente uno de cada tres adultos con diabetes padece una enfermedad renal crónica. Esta patología progresa con el tiempo hasta convertirse en una enfermedad renal terminal, y las personas con enfermedad renal terminal suelen necesitar un trasplante de riñón para seguir con vida.
"Nuestra investigación pone de manifiesto cómo la obesidad contribuye a la incidencia y la progresión de la nefropatía diabética en personas con diabetes tipo 2, especialmente en el caso de las mujeres", afirma el doctor Zhi-Hong Liu, del Hospital Jinling y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nanjing (China).
Por ello, advierte de que "controlar la presión arterial y la glucemia puede no ser suficiente para ralentizar la progresión hacia la enfermedad renal terminal, y nuestro estudio demuestra lo importante que es que las personas con diabetes controlen también su peso".
Los investigadores analizaron los datos del índice de masa corporal de 158.284 adultos de Asia oriental procedentes del Proyecto BioBank Japón. Las pruebas genéticas mostraron que los niveles de índice de masa corporal más elevados se asociaban a un mayor riesgo de enfermedad renal diabética y a una disminución de los niveles de la tasa de filtración renal en 3.972 personas con diabetes de tipo 2.
El índice de masa corporal no se asoció de forma causal con el aumento de los niveles de proteínas en la orina. Las mujeres con obesidad y diabetes de tipo 2 presentaban un mayor riesgo de enfermedad renal diabética que los hombres.
"Las personas con diabetes y obesidad deberían someterse a revisiones renales más a menudo, ya que corren un alto riesgo, y aunque la enfermedad renal crónica no tiene cura, la detección precoz y el tratamiento de la obesidad podrían ralentizar la progresión hacia la enfermedad renal terminal", recomienda Liu.