MADRID, 16 Feb. (EUROPA PRESS) -
Con el objetivo de mejorar el comportamiento social y evitar las limitaciones de quien presenta síndrome de Asperger, la psicóloga Marina Barber, miembro de la Unidad de Desarrollo Infantil y Atención Temprana del Hospital Vithas Virgen del Mar, ha recomendado combinar varias terapias, como las cognitivo-conductuales, las especializadas del lenguaje, las motoras y la ocupacional.
"A pesar de que cada persona lo manifiesta de forma diferente, todos los que presentan este trastorno comparten las dificultades para la interacción con el medio social que les rodea, una interpretación literal de toda la comunicación con problemas para distinguir dobles sentidos o tonos sarcásticos, y el déficit para interpretar sentimientos propios y ajenos por no ser conscientes de las emociones o sentimientos de los demás", ha explicado Barber.
El síndrome de Asperger está presente desde el nacimiento y, dependiendo de las características personales de cada uno, el diagnóstico se producirá en una etapa u otra del desarrollo. Una vez que el psicólogo establece el diagnóstico, e incluso antes de establecer un diagnóstico cerrado, se pueden poner en marcha programas específicos de tratamiento que incluyan diferentes terapias que van a favorecer un desarrollo óptimo del niño o adolescente.
Las terapias cognitivo conductuales están definidas para evitar rutinas obsesivas y repetitivas, y buscan que los afectados aprendan a manejar el estrés y la ansiedad, así como a medir sus emociones y ser capaz de canalizarlas. Mejorando la percepción propia mejorarán la percepción de los demás, y con ello la capacidad de adaptarse al medio social. Otras de las recomendadas son las terapias especializadas del lenguaje, ya sean individuales o grupales, que sirven para reducir los problemas a la hora de hablar en público, estableciendo patrones de conversación e interacción social. Deben ser de lenguaje verbal y no verbal.
Respecto a las terapias motoras, deben incluirse en el tratamiento porque el síndrome se caracteriza por dotar a las personas de torpreza física, sobre todo para los deportes, por lo que hay que trabajar la coordinación motriz. La terapia ocupacional, por último, se ha incluído también en tratamientos multidisciplinares en menores y adultos con Trastornos del Espectro Autista (TEA), tanto para la intervención en habilidades de la vida diaria como en los aspectos sensoriales de estos pacientes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido el síndrome de Asperger como un "trastorno generalizado del desarrollo", un conjunto de características mentales y conductuales, incluidas dentro de los trastornos de espectro autista, que afecta a la capacidad de entender e interactuar con el mundo social. Se estima que de 1 a 3 de cada mil nacidos vivos padecen este trastorno.
Debido a la inexistencia de estudios aclaratorios las asociaciones de pacientes solo pueden estimar que entre 100.000 y 150.000 españoles lo tienen. Saber esta cifra es complicado por la dificultad de diagnóstico que tiene, ya que este síndrome se asemeja a otros trastornos y cada individuo los refleja de formas distintas, además de no existir marcadores biológicos que faciliten su identificación.
PAUTAS PARA EL DÍA A DÍA
La psicóloga Barber ha ofrecido una serie de pautas para los padres o cuidadores, que se pueden tener en cuenta para evitar que las pequeñas alteraciones derivadas de este trastorno del desarrollo tomen protagonismo en la vida de quienes lo desarrollan.
En primer lugar hay que establecer rutinas que les ayuden a controlar el ambiente y a prevenir lo que va a suceder a continuación (paneles de comunicación y agendas visuales son de gran ayuda); deben partir de los intereses del menor para la realización de tareas, de forma que se sienta motivada para llevarlas a cabo. También se deben evitar confrontaciones, hay que ser pacientes con ellos, ya que esto puede producir una conducta aún más inflexible en la persona con Asperger.
Otra de las pautas es adecuar el lenguaje de tal forma que pueda ser comprendido por todos, esquivando figuras literarias y dobles sentidos que lleven a confusión; también hay que fomentar su participación en actividades grupales de manera progresiva, sin provocar estados emocionales de ansiedad; y, por último, hay que dotar a la familia de estrategias y herramientas que les permitan actuar adecuadamente, tanto en casa como en determinadas situaciones sociales.