Puede aplicarse en depresión, pacientes que no responden a fármacos o en ictus
MADRID, 27 Jun. (EUROPA PRESS) -
La estimulación magnética transcraneal consigue aumentar el umbral del dolor y reducir su percepción hasta en un 60% en pacientes con dolor crónico refractario, es decir, el de más de tres meses de evolución que no se consigue controlar con medicación, según explica la doctora Lucía Esteban, especialista en Neurología del Instituto de Rehabilitación Neurológica NeuroMadrid, que recuerda que el dolor crónico tiene un gran impacto sobre la calidad de vida de las personas.
Se trata de una técnica que consiste en aplicar una corriente electromagnética en una zona de la corteza cerebral específica y que permite modular los circuitos cerebrales, agrega la experta. También tiene aplicaciones en depresión o en neurorrehabilitación, por ejemplo, tras un ictus.
La experta asegura que el dolor crónico refractario está presente en un buen número de patologías. "El dolor crónico es algo muy subjetivo que afecta a muchos órganos, pero está claro que el que 'lleva las riendas' es el cerebro, el que hace que una persona perciba el dolor", explica.
Para ello, "la estimulación magnética transcraneal permite modular los circuitos centrales del dolor al aplicar la corriente electromagnética en la zona cortical específica reguladora de la percepción nociceptiva. Por eso, es tan beneficiosa esta técnica".
Además, se ha descrito que responden mejor a este tipo de estimulación los dolores que se producen en el Sistema Nervioso Central, como pueden ser las cefaleas, la fibromialgia o una neuralgia, mientras que en el sistema periférico "al tener un componente supratentorial, en el cerebro, podría modularse, pero quizá con una respuesta menos efectiva".
El objetivo del tratamiento es mejorar la calidad de vida de los pacientes, apunta esta experta: "la reducción del dolor en un paciente que sufre dolores diarios, crónicos e intensos es muy importante. Una reducción del dolor hasta de un 60% supone una mejoría sustancial de su calidad de vida en el día a día".
Además, es una técnica no invasiva con pocos efectos adversos y de baja intensidad, que, en general, son muy bien tolerados y de carácter transitorio, por lo que el ratio de abandono es muy pequeño, además de tratarse de una técnica muy segura. Está contraindicada solamente en pacientes que tengan marcapasos, que hayan tenido alguna intervención neuroquirúrgica o un implante mecánico. Al ser una corriente electromagnética, es incompatible con el metal, además de en mujeres embarazadas y en la edad pediátrica.
DE APLICACIÓN EN DEPRESIONES
Las autoridades sanitarias de Estados Unidos (FDA), han posicionado esta técnica en depresión, como alternativa en casos de refractariedad al tratamiento médico adecuado (si el tratamiento farmacológico óptimo no ha sido eficaz). "Cuando los pacientes no responden a las terapias farmacológicas, esta técnica estimula un área concreta del cerebro, la corteza prefrontal dorsolateral izquierda, y nos permite obviar los posibles efectos adversos de la medicación oral. De hecho, se han visto importantes beneficios, y, aunque puede que no termine con la resolución del cuadro, sí es suficiente como para que el paciente perciba que su calidad de vida ha mejorado significativamente", asegura la doctora Esteban.
Además de en el dolor crónico y depresión, la estimulación magnética transcraneal también tiene importantes aplicaciones en los ictus, ya que consigue mejoras significativas en la movilidad y destreza de la mano parética e incluso, en la afasia que se produce tras haber padecido un evento de este tipo.
La doctora Esteban recuerda que esta técnica tiene que ser realizada por profesionales experimentados, que la conozcan bien, para garantizar que se obtiene el mejor rendimiento de la misma y evitar efectos adversos potencialmente graves derivados de un desconocimiento de los parámetros de seguridad. También, explica que en NeuroMadrid se realiza un análisis individual de cada paciente, tras el que se empieza "con sesiones de ataque, de choque, que han de ser continuadas, para después espaciarlas en el tiempo en función de cómo responde cada individuo", concluye.