MADRID 14 Jun. (EUROPA PRESS) -
La mitad de los brotes de ébola no han sido detectados desde que se descubrió el virus en 1976, según estiman científicos de la Universidad de Cambridge. Los nuevos hallazgos se producen en medio de la creciente preocupación por el ébola en la República Democrática del Congo, y ponen de relieve la necesidad de mejorar la detección y la respuesta rápida para evitar futuras epidemias.
La investigación, dirigida por Emma Glennon, del Departamento de Medicina Veterinaria de Cambridge, es la primera en estimar el número de brotes de ébola no detectados. Aunque estos tienden a involucrar grupos de menos de cinco personas, podrían representar más de 100 casos de pacientes en total.
El estudio, publicado en 'PLOS Neglected Tropical Diseases', ha comprobado que la probabilidad de detectar un caso aislado de ébola era inferior al 10 por ciento.
"La mayoría de las veces que el ébola ha saltado de la vida silvestre a las personas y este evento de desbordamiento no se ha detectado --explica Glennon--. A menudo, estos casos iniciales no infectan a nadie, pero es posible encontrarlos y controlarlos localmente es crucial porque nunca se sabe cuál de estos eventos se convertirá en brotes completos".
"Rara vez encontramos brotes de ébola cuando aún son fáciles de manejar. La epidemia que se desarrolla en la RDC demuestra lo difícil que es detener la enfermedad una vez que se ha salido de control, incluso con la intervención internacional --recuerda--. Pero si se detecta un brote con la suficiente antelación, podemos evitar que se propague con intervenciones específicas de baja tecnología, como aislar a las personas infectadas y sus contactos".
Los científicos utilizaron tres conjuntos de datos independientes de la epidemia de ébola de 2013-16 en África occidental para simular miles de brotes. A partir de estas simulaciones, calcularon la frecuencia con la que esperaban que un evento de desbordamiento se desvaneciera antes de la frecuencia con la que esperaban verlo progresar hacia un verdadero brote. Esto permitió que el equipo realizara comparaciones con los tamaños de brotes informados y estimara las tasas de detección de grupos de diferentes tamaños.
"La mayoría de los médicos y trabajadores de salud pública nunca han visto un solo caso de ébola y la fiebre severa puede ser fácilmente diagnosticada como un síntoma de malaria, fiebre tifoidea o amarilla --apunta Glennon--. Para limitar los brotes en su origen, necesitamos invertir mucho más para aumentar capacidad local para diagnosticar y contener el ébola y estas fiebres más comunes. Debemos asegurarnos de que cada clínica local tenga recursos básicos de salud pública y control de infecciones. Las respuestas internacionales a los brotes son importantes, pero a menudo son lentas, complicadas y costosas".